El rol de los glaciares como amortiguadores naturales frente a las sequías podría reducirse drásticamente hacia finales de siglo. Así lo concluye una investigación publicada en Communications Earth & Environment, elaborada por expertos del Instituto Federal Suizo de Investigación de Bosques, Nieve y Paisaje (WSL), el Instituto de Ciencia y Tecnología de Austria (ISTA) y el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas de Chile. Según sus proyecciones, en 2100 los glaciares aportarían apenas la mitad del agua que entregan actualmente durante el verano.
“El alza de las temperaturas en los escenarios que se proyectan para el siglo va a llevar a que los glaciares vayan perdiendo más masa de la que ganan. Digamos que, sostenidamente durante todo el siglo, van a ir retrocediendo”, explica a EFE el investigador Álvaro Ayala, quien advierte que esta tendencia comprometerá seriamente la capacidad de mitigación frente a sequías prolongadas.
Pérdidas de hasta un 80% del volumen glaciar
El estudio señala que si una megasequía similar a la que afecta al país desde hace 15 años se repitiera en 2100, los grandes glaciares del sur de los Andes, tanto en Chile como en Argentina, sólo podrían aportar entre el 20% y el 50% de su volumen original, pues habrán perdido entre un 50% y un 80% de su masa actual.
Los glaciares pequeños, que no fueron incluidos en el análisis, enfrentarían un destino aún más crítico: “probablemente habrán desaparecido totalmente”. Incluso sin considerar la evolución del consumo humano, la reducción de caudal implica un desafío mayor. “Encontramos que el aporte hídrico de los glaciares durante el verano va a ser alrededor de la mitad de lo que sucedió en los años recientes”, detalla Ayala.
La última línea de defensa se debilita
Ayala recuerda que una vez agotada el agua de la nieve y la almacenada en el subsuelo, “los glaciares son como la última reserva en la naturaleza”, especialmente relevantes al final del verano, cuando los ríos disminuyen a caudales mínimos.
El experto subraya que la actual megasequía “llegó como una sorpresa”, en un país acostumbrado a sequías periódicas más breves. A esto se suma la falta de políticas efectivas de ahorro y gestión del recurso hídrico.
Finalmente, el estudio que también incluye al investigador chileno Eduardo Muñoz-Castro, advierte que fenómenos similares podrían comenzar a estudiarse en Europa, donde proyecciones apuntan a menos precipitaciones y temperaturas al alza.

