El objeto 3I/ATLAS, detectado por la red ATLAS en julio de de este año, se ha convertido en el nuevo protagonista de la astronomía moderna. A diferencia de visitantes anteriores como ’Oumuamua o Borisov, este cuerpo ha escalado en pocos meses a un nivel de atención sin precedentes debido a una serie de comportamientos catalogados como “fuera de lo común”.
El punto más polémico surgió cuando el astrofísico de Harvard Avi Loeb lo situó en el Nivel 4 de su Escala de Loeb, una propuesta diseñada para evaluar anomalías que pudieran sugerir posibles indicios de origen tecnológico en objetos extrasolares.
Según FayerWayer, este nivel representa un “umbral crítico” donde las irregularidades observadas obligan a considerar hipótesis alternativas frente a las naturales. Pese a ello, la NASA mantiene su clasificación tradicional: lo define como un cometa cuyo estudio aportará datos valiosos sobre las condiciones de otros sistemas solares.
La Escala de Loeb: del asombro a la evaluación de riesgos
La nueva escala propuesta por Loeb abarca diez niveles divididos desde la curiosidad benigna hasta la confirmación de tecnología alienígena. Sus categorías iniciales, entre 0 y 1, se reservan para objetos rutinarios. Los niveles 2 a 4 corresponden a anomalías crecientes. De hecho, Loeb compara este último con “un 40% de riesgo al cruzar la calle”: bajo, pero imposible de ignorar.
A partir del Nivel 5, el sistema ingresa en zonas naranjas donde podría requerirse un protocolo internacional de respuesta. Los niveles 8 a 10 representan escenarios rojos en los que se confirmaría la presencia de tecnología extraterrestre, con consecuencias científicas y sociales impredecibles.
Anomalías que empujaron a 3I/ATLAS al Nivel 4
A lo largo de cinco meses, Loeb documentó doce anomalías principales. De acuerdo con las descripciones, estas son algunas de las más relevantes:
Trayectoria y aceleración extrema
Según FayerWayer, 3I/ATLAS presenta “aceleración no gravitacional extrema”, atribuida oficialmente a chorros de gas; sin embargo, Loeb pone en duda que esta explicación sea satisfactoria para un objeto de su tamaño y sugiere incluso que podría tratarse de “maniobras de ajuste deliberadas”.
Un núcleo anormalmente masivo
La masa estimada es un millón de veces mayor que la de otros objetos interestelares conocidos, un valor que descoloca los modelos actuales de cometas.
Composición química fuera de patrones
Datos citados por el mismo sitio señalan una proporción “anómala” entre níquel y hierro, además de un contenido de agua inusualmente bajo (4%) y presencia de vapor de níquel atómico, lo que Loeb describe como un indicador potencialmente “industrial”.
Comportamiento en su aproximación al Sol
Imágenes tomadas por el observatorio Keck, revelaron una “anti-cola” orientada hacia el Sol, un fenómeno que desafía los modelos cometarios estándar. La NASA y el Hubble confirmaron también fragmentación reciente.
Aun así, el The Webb Space Telescope (JWST) ha detectado gases típicos de cometas: CO₂, agua y cianuro. Pese a ello, Loeb insiste en que “la acumulación hace que la hipótesis tecnológica sea más coherente que un cometa extremadamente raro”.
Ciencia, escepticismo y un diciembre decisivo
La NASA, respaldada por la mayor parte de la comunidad científica, mantiene su postura: para la agencia el objeto sigue siendo un cometa valioso para el estudio comparado de sistemas planetarios, y no existe razón para activar ningún mecanismo de defensa planetaria.
Mientras tanto, en redes sociales el debate continúa, algunos usuarios cuestionan la falta de respuesta de organismos oficiales, y otros ironizan midiendo las probabilidades en la escala Loeb.
El próximo 19 de diciembre, cuando el objeto se acerque al Sol, los instrumentos terrestres y espaciales ofrecerán datos cruciales. Es así que el 3I/ATLAS podría ser apenas el inicio de una nueva era. El Nivel 4 no es un anuncio apocalíptico, es un recordatorio de que el universo sigue desafiando nuestra imaginación.

