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Senda registra la mayor baja en 30 años en consumo de alcohol y tabaco en el país

Sin embargo, el informe revela que creció el uso de medicamentos psicotópicos sin prescripción.

Una cerveza tipo bock y el pan más emblemático de México se encuentran en un equilibrio de sabores tostados y especiados
(Freepik.)

Un reciente informe del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) reveló cambios significativos en los hábitos de consumo de sustancias en Chile. El 16.º Estudio de Drogas en Población General, aplicado a 18.668 personas representativas de más de 11 millones de habitantes, muestra que la prevalencia de consumo mensual de alcohol cayó de 39,2 % en 2022 a 34,6 % en 2024, marcando el nivel más bajo desde que se inicia la serie en 1994.

La caída se observa en ambos sexos: entre los hombres, de 45,1 % a 41,7 %, y en las mujeres, de 33,3 % a 27,6 %.

Además- de acuerdo a lo recogido por Emol- los rangos de edad que mostraron mayores caídas fueron los de 26 a 34 años (de 50,1 % a 42,5 %) y de 45 a 64 años (de 37,0 % a 31,7 %).

En cuanto al tabaco, el consumo diario también disminuyó, aunque de forma más moderada: pasó de 17,7 % en 2022 a 16,5 % en 2024.


Aumento de uso de tranquilizantes sin receta

Sobre otras drogas, los datos registran estabilidad o ligeras disminuciones: el consumo anual de marihuana bajó de 10,9 % a 10,1 %, lo que representa su nivel más bajo en una década.

Para cocaína y pasta base, las cifras se mantuvieron bajas (0,9 % y 0,3 %, respectivamente, sin cambios significativos entre 2022 y 2024).

En el caso de los analgésicos sin receta bajaron de 1,5% a 1%, y en el drogas sintéticas (éxtasis, tusi, fentanilo y otras sustancias) de 1,2% a 0,9%.

No obstante, el informe de Senda A advierte con preocupación un aumento en el uso de tranquilizantes sin receta médica: la prevalencia subió de 1,8 % en 2022 a 2,2 % en 2024.

Según el organismo, los resultados representan un avance en la reducción del consumo tradicional de alcohol y tabaco. Pero los nuevos patrones —como el uso creciente de fármacos sin prescripción— plantean “señales de riesgo”, lo que exige mantener y reforzar estrategias de prevención.

       

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