José Andrés Murillo es uno de los denunciantes de Fernando Karadima, y este sábado estará como uno de los invitados de “La Divina Comida”, en donde recordará todo lo que vivió cuando contó los abusos sufridos por el sacerdote.
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Según lo consignado por TiempoX, el hombre contó que: “A mí me desilusionó mucho la institucionalidad, encontré al impostor de Karadima, que según él era discípulo del padre Hurtado, pero da lo mismo eso. Para mí lo importante es que había una institución rígida fuera la iglesia, los jesuitas, lo que sea, tanto o más importante que el sentir”.
“Ahí salí y vi todo el tema de Karadima, los jesuitas me enseñaron a entender el tema del abuso, no ellos, sino que mi paso por ahí a ponerle nombre, en esa época no había nombre para el tema del abuso”, explicó
Posteriormente, el presidente de la Fundación para la Confianza hablará sobre cómo reflexionó sobre el tema gracias a la literatura. “Yo leyendo a un filósofo francés, que hablaba de la justicia, decía que la justicia viene a poner nombre y a distinguir quién es la víctima y quién es el victimario, y dije ‘esto es abuso’. A mí me confundieron todo y yo en este caso fui víctima y había otra persona que era victimario. Y Karadima quería ser santo o él decía que iba a ser santo y todo su círculo, todo el poder en el cual vivía”.
El mensaje de la iglesia
A raíz de esta situación, José Murillo contó detalles de la reacción de la iglesia en ese entonces: “Fui a hablar con un obispo y me dijeron ‘por tu culpa quizás Karadima no va a ser santo, por lo que tú estás hablando’, recordó.
“Pero decía espérate, tú me estás poniendo en el lugar del victimario, cuando yo te vengo a hablar del lugar de la víctima, y me estás pervirtiendo los espacios. Y la claridad es eso, para mí la filosofía me ayudó a clarificar los espacios”, explicó.
Tiempo después encontró apoyo y compresión en dos personas que vivieron la misma situación con Karadima: “Jimmy, James Hamilton, mi gran amigo, mi hermano, junto con Juan Carlos me dijeron solo nos tenemos a nosotros y a nuestra experiencia, solos contra el mundo. Nuestra verdad, para nosotros no había capacidad de cálculo, no había precedente, entonces era sentir como que había una barata en el techo y empezar a pegarle arriba porque me molesta, y de pronto empieza a abrirse y caer miles y millones de baratas que estaban arriba escondidas”.
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Murillo siguió su relato comentando que: “Yo pensé que la iglesia iba a estar del lado de las víctimas, siempre pensé. Mi gran desilusión fue esa, incluso más que Karadima, porque dije cómo Karadima es una especie de desviado dentro del camino de la iglesia y cuando me di cuenta que Errazuriz y Ezzati eran como encubridores eso me mató, me movió por el piso”, confesó.
Finalmente, agregó que por esta razón “me enojé tanto con Ezzati, cuando nos reunimos con él, y le dije ‘señor Ezzati, usted dijo que yo no había dicho mi nombre, yo siempre dije mi nombre, se lo dije a usted’... No, es que tú mandaste una carta anónima. ‘No señor, usted sabía quién era yo, usted lo sabía, a mí siempre me han inculcado decir la verdad y usted me ha hecho quedar como un mentiroso, eso no se hace’, le dije. A mí lo que más me molesta es que no hayan respetado la verdad y eso no es tema de valentía, ni de heroísmo, era decir la verdad, simplemente”, cerró.