Muy de moda están las estafas de WhatsApp y que pueden afectar a cualquier persona, incluso, como en este caso, a un sacerdote. Pero el religioso fue mucho más rápido, y el comprobante de transferencia bancaria es ejemplar.
PUBLICIDAD
Tal como ocurre en Chile, en Argentina también hackean la cuenta de una persona para utilizar su identidad y pedirle dinero a un familiar o amigo. Pero el padre Juan María Molina, no cayó en el juego.
“Cura generoso sí; pero no bolud... Una oportunidad para evangelizar (?)”, partió escribiendo en su cuenta de Twitter, donde dio cuenta de lo ocurrido.
En conversación con La Nación, Molina, sacerdote en un santuario de la Virgen de Schoensatt, situada en el barrio de Belgrano, explicó las razones que lo llevaron a desconfiar de esta persona: “Esto fue el domingo por la mañana. Recibo un mensaje por WhatsApp de una persona que arrancó la charla con un “buenas”; no lo tenía agendado, pero rastreando el teléfono vi que lo conocía porque hablé con él en su momento; es el número del papá de un chico que había ido a un campamento que organizamos con la iglesia”.
“Al organizar siempre campamentos no me parecía extraño que me escribiera y lo primero que me pidió es un favor. Me pareció un poco extraño el pedido un domingo a la mañana, pero le preparé el terreno para que me pida lo que necesitara, imaginaba que venía por el lado de un pedido familiar o de ir a visitar a un chico enfermo, entonces fui generoso y abierto”, prosiguió.
“Ahí fue cuando viene el pedido de la plata, eso me olfateó mal por sentido común. Ir a pedirle plata a un sacerdote no es lo más fiable, confiable o cercano. Me pareció raro en ese momento y le seguí la conversación, en paralelo realicé investigaciones para saber si esta persona atravesaba una necesidad o situación delicada por el modo en que escribía. Después me di cuenta de que le habían hackeado el teléfono y estaban tratando de estafarme”.
“Lo típico sería mandarlo a la miércoles o aprovechar esa oportunidad para darle un mensaje positivo. Para mí, como sacerdote, todo el tiempo intento ayudar a que lo bueno triunfe, que el amor sea más fuerte. Le seguí la conversación, con el supuesto comprobante de transferencia, donde le puse que no robe más, que Dios lo perdone y después bloqueé el teléfono”.
“QUE DIOS TE PERDONE. DELINCUENTE DEJÁ DE ROBAR. REZO POR VOS”, decía el comprobante.