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Los extraños cambios en el calendario que nos llevaron a tener años bisiestos

Entremedio se estableció un año de 445 días, conocido como “el último año de la confusión”.

Foto: Pixabay publimetro.pe

Comienza 2024 y una de las primeras cosas que nos llamó la atención es que se trata de un año bisiesto.

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Y es que no siempre ha existido esta regla en el calendario. De hecho, los años bisiestos existen sólo desde 1582, gracias al papa Gregorio XIII.

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La costumbre de agregar un día a febrero cada cuatro años no ha sido desde siempre, y acá repasamos los hitos más curiosos en la formación del calendario universal.

La imprecisión del calendario romano

El primer calendario romano, atribuido a Rómulo, fundador de Roma, constaba de 304 días divididos en diez meses.

Sin embargo, este calendario tenía una peculiaridad: no contaba los días del invierno, creando un periodo “inexistente” entre los años. Vaya problema.

No fue hasta el siglo VII A.C que se agregaron los meses de Ianuarius (enero) y Februarius (febrero), extendiendo el año a 355 días.

Claro que este calendario tenía otras particularidades: Por superstición, todos los meses tenían 29 y 31 días - evitando así los números pares -, lo que matemáticamente no daba 355 días.

Salomónicamente se decidió entonces parcelar los meses de la siguiente forma: siete meses de 29 días, cinco meses de 31 días y febrero, con 28 días.

Conociendo el calendario lunar

Casi 600 años después, Julio César consultó a un astrónomo si su forma de ver el calendario era la correcta.

Pero Sosígenes de Alejandría sugirió incorporar el calendario egipcio que era más preciso con 365 días y seis horas.

Para corregir el desfase acumulado, se estableció un año de 445 días, conocido como “el último año de la confusión”.

Este calendario juliano experimentó ajustes adicionales bajo el mandato de Octavio Augusto, quien renombró el mes Sextilis a Augustus y reorganizó la duración de los meses para equilibrar el año.

A pesar de ser casi perfecto, el calendario juliano tenía un pequeño error de 11 minutos al año, lo que motivó la introducción del calendario gregoriano por el Papa Gregorio XIII.

Durante la transición, se eliminaron diez días del calendario, pasando directamente del 4 al 14 de octubre de 1582.

Desfases globales

Como no vivíamos en una época hiper mediatizada en ese entonces, el siguiente desafío para el calendario gregoriano era que el resto del mundo adoptara este cambio en la medición de los años. Ahí surge lo curioso.

Suecia tuvo su propio desfase ya que olvidaron contar los años bisiestos durante una década, lo que llevó a que en 1712, febrero tuviera 30 días.

La Unión Soviética también decidió hacer lo suyo y experimentó con un calendario de 12 meses de 30 días entre 1930 y 1931, asignando semanas de 5 días y haciendo que febrero también tuviera 30 días durante ese periodo, lo que terminó siendo un fracaso.

Con todo, hoy el calendario gregoriano es ampliamente aceptado y se mantiene relativamente preciso, con un desfase de un día cada 3323 años según cálculos matemáticos, o cada 7700 años si se consideran los movimientos terrestres.

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