Una sensible publicación subió Leo Méndez, quien volvió a referirse al delicado proceso médico que está viviendo por el cual tuvo que someterse a una lobectomía, es decir la extirpación del lóbulo de un órgano.
PUBLICIDAD
Él publicó diversas imágenes del proceso en su cuenta de Instagram, que incluye las cicatrices que quedaron en su torso después de esta intervención. “Necesito un maldito segundo, todo va demasiado rápido. A veces la vida no te da ni un respiro”, partió escribiendo.
“En tan poco tiempo, me vi enfrentando más de lo que pensé que podía soportar en mi vida: fui diagnosticado con Anorexia Nerviosa. Por razones urgentes tuve que someterme a una operación no menor, una lobectomía hecha con un robot”, explicó.
“A gritos le pedí al Universo que no pasara a una cirugía abierta, que me daba más terror y me iba a dejar una cicatriz más grande. Impresionante la tecnología que existe hoy en día. Pero a la vez sudaba y sentía muchísimo miedo minutos antes del gran momento, aterrador”, continuó.
La reflexión de Leo Méndez
De igual forma, Leo hizo hincapié en cómo este delicado momento lo hizo darse cuenta de las personas que efectivamente se preocupan por él. “Entendí algo que duele más que cualquier otra cosa, que solo basta una enfermedad para ver con claridad quién está de verdad a tu lado y quien solo estaba por costumbre”, añadió.
“La sangre no siempre significa familia y la soledad más profunda no se siente cuando estás solo, sino cuando estás mal y nadie aparece (...) Mi padre que viene ahora desde Chile, cruzando medio mundo para estar conmigo, y ese gesto vale más que mil palabras”, comentó.
En esa misma línea, Leo aprovechó de resaltar el apoyo que ha sentido de su expareja, con quien todavía comparte un hogar. “Ha sido testigo de mis momentos más vulnerables y crudos. Los que no se muestran en redes. Los que ni mi familia ve: ataques, crisis, silencios que gritan”, confesó.
PUBLICIDAD
“Ha sido testigo y ve cómo escucho a mis voces cada vez que abro el refrigerador y lo cierro repitiendo en voz alta que no tengo hambre solo estoy aburrido para luego salir (a dar) una vuelta a trotar o caminar. Pasan los días y él me ve apagándome poco a poco, sin saber exactamente cómo ayudar, pero sin irse. Presente, incluso cuando yo no estoy. Sin pedir nada a cambio”, destacó Méndez
“A pesar que todo esto puede que me haya destruido/quebrado por dentro… también me ha hecho abrir los ojos. Me ha hecho reaccionar y pedir perdón a las personas a las cuales les he fallado como también perdonar. Sigo aquí, no igual que antes, pero sigo. Mucho más consciente, más selectivo y por sobre todas las cosas, más humano”, cerró.