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La psicología detrás de vender el auto: control, miedo a la estafa y el “yo me la puedo solo”

Hay dos caminos para concretar la salida de un vehículo, hacerlo por cuenta propia o apoyarse en una asesoría automotriz.

Cierre de gerente de ventas en traje negro vendiendo el auto al cliente
Cierre de gerente de ventas en traje negro vendiendo el auto al cliente (Freepik)

Mucho se habla de cómo comprar un auto usado de manera correcta, pero poco de cómo venderlo sin perder tiempo ni plata. Existen dos caminos para concretar la salida de un vehículo, hacerlo por cuenta propia o apoyarse en una asesoría automotriz, y esa elección, según especialistas, refleja la forma en que cada persona gestiona los riesgos y su tiempo, lo que suele impactar en el precio final y en la rapidez del cierre de la compra.

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La venta autónoma implica hacerse cargo de todo el proceso, preparar el auto y sus mantenciones, tomar y seleccionar buenas fotos, describir con precisión kilometraje y estado, definir un precio acorde al mercado, elegir plataformas y horarios de publicación, responder consultas, filtrar interesados, coordinar visitas y pruebas de manejo, acordar el medio de pago y ejecutar la transferencia de dominio; cada etapa influye en el resultado.

El tiempo es un factor determinante. Gustavo Page, experto automotriz de Autocoach.cl, señala que el volumen de consultas no siempre se traduce en ofertas reales: “hemos visto autos con 300 o 400 preguntas; la gente que lo va a ver no siempre está lista para comprar; coordinar visitas toma tiempo”. Entre confirmar datos, fijar y reprogramar citas, muchas gestiones se caen o se atrasan, y el aviso pierde tracción mientras se consumen horas sin una propuesta concreta.

En la publicación se repiten fallas conocidas. Según Page, los vendedores “no segmentan por zonas; hay plataformas que funcionan mejor en unas partes que en otras; y no tienen tiempo para atender bien a los interesados”. Responder tarde o con poca información enfría al comprador serio; además, cuando un aviso registra poca interacción, su visibilidad cae y se termina ajustando el precio por inercia, no por estrategia.

La seguridad concentra las mayores alertas. Existen operaciones sin verificación suficiente, con riesgos como multas vigentes o futuras, deudas de TAG, prendas no alzadas o vehículos clonados; también aparecen pagos difíciles de rastrear, transferencias desde cuentas que no corresponden al comprador, efectivo cuestionado o comprobantes falsos.

“Todos los riesgos posibles existen en el mercado informal”, advierte Page. Para mitigarlos, se recomienda corroborar identidad y titularidad, revisar deudas y restricciones y formalizar la transferencia por canales habilitados y trazables.

Con apoyo profesional cambian los controles y los plazos. Intermediarios formales suelen validar a los interesados, coordinar visitas en condiciones seguras, aceptar parte de pago, tarjetas o cuotas, y documentar el traspaso a nombre del comprador con procesos estandarizados. Esto no garantiza un precio específico ni una venta inmediata, pero reduce fricción, exposición a errores y tiempos muertos.

La decisión final depende de prioridades, pero en ambos casos, más procedimiento y verificación equivalen a menos riesgo y a una mejor probabilidad de cierre en el menor tiempo posible.

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