El pasado viernes 12 de septiembre, se publicaron los resultados de la Radiografía del Consumo Excesivo de Alcohol, en la que se detallaron datos acerca de los patrones de embriaguez en la población y sus respectivos efectos.
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Sin duda, uno de los resultados más preocupantes fue que, entre los consumidores que se emborracharon durante los últimos 30 días, que fueron cerca de 2,4 millones de personas, un 43,2% de ellas lo hizo una vez; el 24,4% lo hizo dos veces; 18,5% entre tres y cuatro veces; mientras que un 13,9% lo hizo cinco veces o más (de este último porcentaje, 26% de ellos son jóvenes entre 18 y 24 años).
1 de cada 2 personas se embriagan
Por otro lado, el estudio dio a conocer que 1 de cada 2 personas que consumen alcohol se embriagan, o sea el 50,7%. De este dato, un 55,2% son hombres y el 57,1% son personas que tienen entre 25 y 34 años.
Como recoge The Clinic, según Ximena Cea, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, existe un mayor consumo problemático en adultos jóvenes de entre 20 y 29 años, donde “además se están detectando más casos de patologías de salud mental”. Cea añadió que el alcohol es un factor de riesgo para la mortalidad por accidentes de tráfico, “que es una de las principales causas de muerte en este grupo de adultos jóvenes”.
Mayor probabilidad de sufrir dependencia o abuso de alcohol
Además, la radiografía reveló que, a mayor cantidad de episodios de embriaguez, se triplica la probabilidad de sufrir dependencia o abuso de alcohol: un 27,7% de quienes tienen cinco o más episodios muestran síntomas de abuso, mientras que un 8% lo hace entre lo que han tenido uno.
Por último, las personas que se emborrachan una vez, beben en promedio 3,9 días al mes. En la otra vereda, quienes lo hacen cinco o más veces, llegan a los 10 días mensuales, lo que refleja una normalización en la ingesta de alcohol en la rutina, triplicando el promedio de días de consumo.
“Como está normalizado su uso, es mucho más fácil caer en el consumo problemático de alcohol”, comentó la académica, asegurando que esto aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles, como lo son la hipertensión arterial, accidentes cerebrovasculares (ACV) e infarto agudo al miocardio.