La industria del automóvil atraviesa un cambio sísmico: la gasolina y el diésel ceden terreno al motor eléctrico, mientras las regulaciones ambientales y los aranceles, como el 25 % impuesto por EE. UU., encarecen las exportaciones. En este escenario, quien no innove a tiempo paga el precio con pérdidas, reestructuraciones y, en el peor de los casos, el ocaso definitivo.
Jaguar: el felino que busca reencarnar
Jaguar, sinónimo de lujo británico, vendió apenas 58.000 unidades en 2023 —menos que Polestar— y llega tarde a su promesa de ser 100 % eléctrica en 2025. Los retrasos en el lanzamiento de su nueva gama han erosionado la fe de clientes y concesionarios. Mientras rivales como BMW y Mercedes despliegan híbridos y EVs de última generación, Jaguar ha recortado producción y aplazado modelos clave. Si en 2025 no deslumbra con un deportivo eléctrico capaz de devolverle su prestigio, podría convertirse en un nicho irrelevante o, incluso, desaparecer bajo el ala de JLR.

Maserati: el tridente en horas bajas
La crisis de Maserati se refleja en sus cifras: 11.300 autos vendidos en 2024, un desplome del 57 % respecto a 2023, y apenas 150 unidades vendidas de su línea eléctrica Folgore. Plataformas compartidas con Stellantis y precios premium han frenado su expansión. Sin nuevas carrocerías ni sedanes hasta 2027, la firma italiana se enfrenta al riesgo de diluir su exclusividad. Sobrevivir como “boutique” de Stellantis es posible, pero sin volumen ni personalidad clara, su futuro pende de un hilo.

Lancia: el ícono que resiste en Italia
El resurgir de Lancia huele a nostalgia: sólo conserva el Ypsilon, disponible únicamente en Italia. Tras años de mínimos recursos, Stellantis anunció una nueva gama eléctrica para 2025, pero sin red internacional ni inversión previa, el proyecto parte con desventaja. A diferencia de DS o Citroën, Lancia debe remontar desde cero. Si su primer modelo eléctrico no convence, podría quedar relegada al museo de las marcas olvidadas.

Nissan: el gigante que camina sobre hielo delgado
Nissan, pionera con el Leaf, proyecta pérdidas por más de US$5.300 millones en el año fiscal 2024/25 tras recortar 9.000 empleos y cerrar plantas clave como la de Sunderland, en el Reino Unido. Sus ventas en China retrocedieron un 14,3 % y en EE. UU. la red de concesionarios sobredimensionada ha comprimido márgenes un 70 %. El Ariya, su carta eléctrica, no logró la acogida esperada por precio y autonomía limitada. Aunque no desaparecerá de golpe, corre el riesgo de convertirse en un actor marginal, superado por marcas chinas más ágiles.

Polestar: la promesa diluida
Polestar, gema eléctrica nacida de Volvo y Geely, pospuso sus cuentas de 2024 y revisó a la baja sus previsiones de 2025 ante la amenaza de aranceles de hasta 145 % sobre automóviles chinos. La dependencia de fábricas en China y una imagen poco diferenciada la han obligado a calibrar planes para diversificar producción. Si no consolida su identidad y mejora sus márgenes, podría ser reabsorbida por Volvo o disolverse entre el centenar de startups EV.

Chrysler: la leyenda americana sin ruta
Chrysler, uno de los pilares de Detroit, vendió 1.303.570 unidades en EE. UU. en 2024 (–14,6 %). Solo sobrevive el Pacifica y el veterano 300, sin renovación desde hace más de diez años. A juicio de expertos de Cox Automotive, Jeep debería fusionarse con Chrysler para salvar el legado. Sin una gama fresca ni una visión clara, la marca camina hacia la discontinuación.

Fisker: el sueño eléctrico que chocó contra la realidad
Fisker Inc., fundada por Henrik Fisker, se acogió al Capítulo 11 en junio de 2024 con activos entre US$500 millones y US$1.000 millones y pasivos de entre US$1.000 y US$10.000 millones. Su SUV Ocean, prometedor en el papel, tropezó con problemas de calidad, software inestable y falta de alianzas sólidas. La investigación de la SEC por presunta mala gestión y la suspensión de su cotización agotan sus últimos cartuchos. Todo apunta a una liquidación inminente o a la venta de sus remanentes.

Faraday Future: la quimera que se desvanece
Faraday Future, desde su fundación, ha visto sucesivas dimisiones en su cúpula y litigios con su cofundador Jia Yueting. El prototipo FF 91, presentado con bombos y platillos, nunca llegó a ramp-up en masa. En mayo de 2024, abandonó sus previsiones anuales y acusó un saldo de caja de apenas US$5 millones. Sin nuevos inversores, su única salida es la bancarrota o una venta forzosa de activos.

Brilliance China: el socio tambaleante
Brilliance China, socia de BMW en el mercado chino, prevé un desplome del 60 % en sus beneficios de 2024 por un rendimiento flojo de su joint venture y elevados impuestos sobre dividendos. La sangría fiscal y la dependencia de BMW Brilliance estrangulan su flujo de caja, dejando en el aire su capacidad para invertir en nuevos modelos. Si no renegocia su alianza o aligera su carga impositiva, 2025 podría marcar su declive definitivo.

Por el camino de la esperanza
El ocaso de una marca no suele ser un golpe fulminante, sino un lento desgaste de relevancia. Jaguar, Maserati, Lancia, Nissan y las aspirantes eléctricas atraviesan distintas fases de este declive. Quienes inviertan con visión, aceleren su electrificación y respondan a las nuevas exigencias del mercado podrán evitar la desaparición. En el nuevo mapa automotriz, no hay lugar para los que pierdan el camino.