Bajo el cálido sol de Maranello, las instalaciones de Ferrari, conocidas por el inconfundible rugido de sus motores V8 y V12, viven un momento inusual: el debut de su segundo modelo totalmente eléctrico ha sido pospuesto, y no por un año, sino varios. Lo que inicialmente se esperaba para fines de 2026, hoy se avanza hacia “como mínimo 2028”, según fuentes de Reuters. Una decisión que revela el pulso frío pero real del mercado hacia los eléctricos de alta gama.
Un mercado que aún no vibra con silencios
Ferrari, que comenzó a vender híbridos en 2019, se prepara para lanzar su primer EV en octubre de 2025, en una presentación por etapas que culminará en 2026. Se trata de un modelo grande —aunque no un SUV—, diseñado por Jony Ive (ex Apple), que superará los US$500.000 y llegará a sus primeros clientes en octubre de 2026. Pero si este modelo se percibe más como un símbolo estratégico —de bajo volumen, pero alta repercusión—, el segundo vehículo eléctrico prometía ser algo diferente: el verdadero espaldarazo a la estrategia EV de la firma.
Sin embargo, el viento no sopla a favor. Las fuentes hablan de una demanda “prácticamente cero” para eléctricos deportivos. La razón principal: los compradores ultrarricos aún valoran el sonido potente y duradero de los motores convencionales, algo que las baterías no alcanzan a replicar. Además, el peso de los packs y la falta de potencia sostenida, especialmente en situaciones extremas, suman dudas que frenan las ventas potenciales.
Gana tiempo y refuerza su trazado
El aplazamiento, aunque responde al desinterés del mercado, también le da a Ferrari una ventaja inesperada: más espacio temporal para mejorar su tecnología interna. Su reciente e-Building en Maranello —un edificio de 42.500 m² con más de 3.000 paneles solares, diseño arquitectónico sostenible, robots colaborativos e incluso interior verde— se ha convertido en un centro de excelencia donde baterías, motores eléctricos y trenes motrices se ensamblan y prueban en casa.
El e-Building, además, alberga la producción de motores de combustión e híbridos, dando a Ferrari flexibilidad de planta sin incrementar su capacidad anual de forma desmesurada. Es una fábrica del futuro, verde y versátil, pensada para un ecosistema donde convivan tres tipos de propulsión.
Un espejo de sus competidores
Lamborghini trasladó su primer eléctrico a 2029; Porsche ajustó sus metas tras ventas flojas de Macan EV y Taycan, y Maserati incluso canceló su versión eléctrica del MC20. Todas estas marcas comparten un denominador común: los clientes de élite todavía no están convencidos de pagar cifras astronómicas por un Ferrari o Lamborghini sin el icónico sonido bajo el capó.
¿Y ahora qué?
Ferrari no cierra puertas, simplemente refuerza su estrategia. El segundo modelo EV, si llega, debe cumplir con su verdadero objetivo: producir entre 5.000 y 6.000 unidades en cinco años. Será, realmente, su gran salto eléctrico. ¿La baza oculta? Este segundo modelo podría llegar mejor afinado, con tecnología más ligera y avanzada, sin apuros ni símbolos vacíos.
En octubre de 2025, durante su Capital Markets Day, Ferrari presentará un plan estratégico que seguramente consolidará su línea de trabajo: mezclar tradición y futuro, combustión y electrificación, sin perder el ADN que ha hecho famoso al Cavallino Rampante