El presente artículo en torno a la figura del retorcido pero icónico doctor Vladimir Demikhov, parte de la inspiración derivada por un intenso e introductorio artículo publicado por parte de los colegas de Bio Bio. La figura de este hombre de medicina ha provocado furor relativo entre los Trending Topics del sur de América Latina y es el momento perfecto para presentar este texto biográfico y reflexivo sobre su trayectoria, que va más allá de haber creado un perro de dos cabezas.
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Tal como se lee, su hazaña más popular parece saca de una pieza de ciencia ficción, pero en realidad muchos de sus proyectos y experimentos a lo largo de la primera mitad del siglo XX sentaron las bases para múltiples técnicas quirúrgicas vigentes hoy en día para la medicina moderna.
Las salas de operaciones simplemente no serían las mismas sin el legado el doctor Vladimir Damikhov, un nombre que incluso en estos días, ya entrados en el siglo XXI, nos evoca todavía una profunda fascinación, a la par que todavía detona controversia casi por partes iguales.
Aún así, tal vez, la máxima ironía es que su rostro y su nombre se mantiene como algo relativamente desconocido para buena parte de la sociedad. Hoy con el presente texto intentaremos contribuir, aunque sea un poco, a cambiar esto.
Vladimir Demikhov: El pionero que desafió los límites de la ciencia con un Cerbero
Demikhov fue un científico soviético que se convirtió en pionero en el campo de los trasplantes de órganos durante la década de 1940 y 1950. Sus audaces experimentos, algunos de ellos considerados como absolutamente macabros por la comunidad científica, lo llevaron a la fama por sus logros, pero también generaron un intenso debate sobre la ética de la investigación científica y el bienestar animal.
Basta una visita fugaz a su entrada en Wikipedia para constatar la lluvia de contrastes que distinguieron la trayectoria profesional de este sujeto. Vladimir nació en 1916 en una familia de campesinos. Desde pequeño, mostró un gran interés por la ciencia, especialmente por la biología.
A los 17 años, ya había creado su propio microscopio funcional (a un grado meramente primario) con materiales rudimentarios. Ya para 1934, ingresó a la Universidad Estatal de Voronezh, donde se graduó con honores en medicina. Fue a partir de ahí que su pasión por la investigación lo llevó a realizar una serie de experimentos pioneros en el campo de los trasplantes. Por ejemplo en 1946, realizó el primer trasplante de corazón en un perro.
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Este fue un hito que sentó las bases para futuros trasplantes cardíacos en humanos. Pero también fue el primero en realizar un trasplante de pulmón en un animal y en desarrollar técnicas de bypass coronario. Lo que le ha valido múltiples estudios de corte metodológico científico a lo largo de décadas.
Pero sin duda, el experimento más famoso (o infame) de Demikhov fue la creación de un perro con dos cabezas. En 1954, trasplantó la cabeza y las patas delanteras de un cachorro a un perro adulto documentando a detalle el resultado de su experimento de Frankestein.
El animal sobrevivió durante varios días, pero finalmente terminó sucumbiendo a las complicaciones posteriores de la cirugía. Aún así, este experimento, aunque controvertido, terminó generando un debate crucial sobre la viabilidad de los trasplantes de cabeza en humanos.
Los logros de Demikhov partieron en buena medida implementar las medidas más extremas posibles para demostrar que era factible aplicar trasplantes más funcionales y menos invasivos. Por desgracias eso le valió ser criticado por la comunidad científica por la crueldad de algunos de sus experimentos.
Sus métodos, considerados poco éticos para la época, le valieron el apodo de “Doctor Frankenstein” justamente. Sin embargo, no se puede negar que su trabajo contribuyó significativamente al avance de la ciencia médica y al desarrollo de técnicas de trasplantes que salvan vidas hoy en día.