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Está apareciendo un problema residual con la adopción de IA en los smartphones: Las notificaciones

Un problema bastante molesto.

Smartphones del futuro
Smartphones del futuro Imagen genérica

Los smartphones con inteligencia artificial están avanzando a pasos gigantes. Entre fotos que se editan solas, traducciones en tiempo real y asistentes que entienden lo que dices mejor que tu jefe, parece que el futuro ya llegó.

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Pero en medio de todos estos logros, hay una parte de la experiencia que no ha evolucionado tanto como debería: las notificaciones. Sí, esas pequeñas interrupciones constantes que, incluso con IA, siguen siendo un dolor de cabeza para muchos usuarios.

Cuando la IA intenta ayudarte… y te complica la vida

En teoría, la idea era brillante: usar IA para ayudarte a filtrar lo importante y dejar de ser esclavo del bombardeo constante de alertas. Android y iOS introdujeron sistemas como el Resumen Programado o las notificaciones prioritarias para lograr exactamente eso.

Pero en la práctica, el resultado ha sido mixto. Muchas veces la IA termina priorizando alertas irrelevantes —como un comentario en una publicación vieja— y ocultando cosas realmente importantes como mensajes del trabajo o llamadas perdidas.

Un problema de contexto (que la IA aún no entiende)

El gran dilema es que el contexto importa... y mucho. Tu teléfono no sabe que estás esperando un mensaje específico o que un email de cierto remitente no puede esperar. Y aunque debería aprender con el tiempo, la mayoría de los sistemas actuales parecen estar jugando a adivinar.

Peor aún, cuando se equivocan, no hay forma clara de corregirlos o saber por qué tomaron esa decisión en primer lugar.

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La paradoja de la productividad: menos control, más distracción

Las notificaciones inteligentes deberían hacernos la vida más fácil. Pero cuando fallan, nos obligan a revisar las apps una por una, a dudar de los resúmenes, e incluso a preocuparnos por habernos perdido algo urgente. Irónicamente, en lugar de ayudarnos a enfocarnos, terminan distrayéndonos más.

Esa es la gran paradoja: cuanto más inteligente es el sistema, más tiempo gastamos arreglando sus errores.

¿Qué puede mejorar?

No todo es negativo. Algunas funciones simples, como las vistas previas de mensajes o correos, funcionan muy bien. Pero los resúmenes inteligentes aún necesitan un ajuste fino.

Más control granular (como marcar ciertos contactos o apps como “siempre notificar”), mejor aprovechamiento del calendario, la hora del día o la ubicación, y una dosis saludable de transparencia podrían cambiar las reglas del juego.

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Porque si tu teléfono ya sabe qué tipo de fotos te gustan, al menos debería saber que un mensaje de tu mamá es más urgente que la última actualización de una app de sudoku. ¿No?

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