A la hora de comprar una consola, el teraflop emociona, pero el catálogo convence. Cinco años después de su lanzamiento, PlayStation 5 exhibe potencia sobrada y algunos bombazos; sin embargo, cuando se compara su “top 5” con el de PlayStation 4 al mismo punto del ciclo, la balanza sigue inclinándose hacia la veterana. No por gráficos, sino por cómo y cuánto hicieron sentir el salto generacional.
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¿Qué se compara cuando se comparan consolas?
Más allá del debate técnico, el termómetro real son los juegos que solo pueden vivirse ahí (o al menos durante un buen tiempo).
En PS5 hay nombres brillantes —Astro Bot, Death Stranding 2: On the Beach, Marvel’s Spider-Man 2, Returnal, Ratchet & Clank: Rift Apart— que exprimen SSD, CPU y trazado de rayos.
Pero una parte sustancial del “catálogo PS5” llegó como exclusiva temporal o remake, y otra parte crucial fue intergeneracional: Horizon Forbidden West o God of War Ragnarök también corren en PS4 (con más carga, menos frames y menos brillo, sí, pero corren).
El arranque de PS4: menos remakes, más identidad
En los primeros cinco años de PS4, la lista de exclusivos marcó época: Bloodborne, Horizon Zero Dawn, God of War (2018), Uncharted 4, The Last Guardian, Marvel’s Spider-Man (2018), además de joyas como Ratchet & Clank (2016) o Shadow of the Colossus (remake).
Eran proyectos que no se imaginaban en PS3 sin tijeras brutales y que definieron conversación, géneros y expectativas. El “salto” se veía, se sentía y se jugaba.
PS5: luces largas… con intermitentes
La quinta PlayStation ha entregado picos altísimos: Astro Bot (2024) es un escaparate perfecto de nueva generación; DS2 roza el fotorrealismo; Rift Apart mostró la magia del SSD; y Gran Turismo 7 afinó la simulación con VR.
El problema es de percepción: demasiados lanzamientos clave compartidos con PS4, varias estrellas time exclusive que poco después aterrizan en PC, y un love story insistente con los remakes. Todo eso enfría la sensación de “solo aquí”.
Exclusividad vs. disponibilidad: el nuevo dilema PlayStation
Sony cambió el libreto: cada vez más títulos pisan PC día uno o con ventana corta. Para el jugador, fantástico; para la “mística” de catálogo exclusivo, un reto.
PS5 sufre ese contraste con PS4, cuya primera mitad de ciclo fue más contundente en propiedad intelectual nueva y en experiencias imposibles en la generación previa.
Veredicto: PS4 gana por propuesta; PS5 promete por potencia
A cinco años, PS4 tuvo el arranque más excitante e innovador: más IP frescas, menos dependencia de remakes y menos solapamiento con la anterior generación.
PS5 no se queda coja —suma varios imprescindibles y un techo técnico altísimo—, pero su relato se diluye entre intergeneracionales, temporales y revisiones.
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Si el segundo tramo de ciclo pone el foco en IP nuevas que solo vivan en PS5 (y no en PS4/PC de inmediato), la historia podría reescribirse. Por ahora, en el partido del “mejor primer lustro”, PS4 gana 1–0… y con golazo de Bloodborne.

