Tendemos a pensar que toda área verde en nuestras ciudades es un aporte incuestionable a nuestra calidad de vida. Y sí, desde una perspectiva particular esto es cierto: todo integrante del mundo vegetal consume Co2 y libera oxígeno, lo que se agradece en cualquier ciudad del mundo, independientemente de su extensión o su nivel de desarrollo. Pero hay otros 2 factores que analizar para definir si esos pulmones verdes son sustentables en el tiempo.
Primero, considerar el efecto que tienen las especies vegetales que se van a utilizar en la salud de los que las van a ocupar. En Santiago (misma cosa en Valparaíso, Temuco y Talca) históricamente se han utilizado especies introducidas para diseñar nuestros parques, alamedas y plazas (mi teoría es que las razones de esto tienen que ver con una enrevesada psicopatología social que nos ha hecho, en múltiples ámbitos, despreciar lo que tenemos acá y abrazar sin muchas preguntas lo que viene de afuera porque es “mejor”, pero esto da para otras muchas columnas o un seminario de duración indefinida más bien…), dentro de las cuales destacan: Platanus acerifolia, plátano oriental, con una producción anual de polen de 3.248 granos por metro cúbico de volumen de aire, responsable de casi el 30% del volumen de polen en el aire que respiramos entre agosto y septiembre y el Acer Seudoplatanus o “arce blanco” que aporta 1.470 granos por metro cúbico de volumen de aire, representando un 13,5 por ciento de las mediciones de polen. También las Gramineas, esos pastos de hojas largas y delgadas sobre los que tanto nos gusta reposar durante el verano al lado de la piscina, producen anualmente 2.520 granos de polen por metro cúbico de volumen de aire, lo que se traduce en el 23% del polen existente. Así las cosas, si sumamos los períodos de polinización de árboles y pastos y usted tiene la mala suerte de ser alérgico a ellos (problema que sufre más del 40% de la población urbana) ya sabe por experiencia propia que se puede pasar 8-9 meses del año con problemas de salud derivados de reacciones alérgicas al polen.
Segundo: además de los factores referidos a la salud corporal de los que habitamos las ciudades referidas, existen otro gran problema que afecta la “salud” de nuestras billeteras: las especies introducidas requieren normalmente de riego durante largos períodos de crecimiento o, derechamente, de por vida. Así también el pasto, ese manto verde brillante que marca normalmente el acceso a nuestros queridos hogares, significa que usted gasta al menos 6 lts de agua/m2. Todos pagamos cuentas de agua: saque sus cálculos y se dará cuenta que tal vez es hora de sentirse orgulloso por otras cosas de su casa.
La buena noticia es que hay síntomas concretos de que los responsables de parte importante de nuestras áreas verdes están tomando el rumbo correcto: vivo en la comuna de Las Condes hace poco menos de un año y hace algunos meses, sin consultar ni comentar siquiera, cortaron el único árbol que había en la platabanda frente a mi casa, perteneciente a una especie foránea que no supe identificar, pero sí que estaba bien la sombra que arrojaba este digno árbol de aproximadamente 10 metros de altura. Hasta aquí el drama porque cuál sería mi sorpresa, un par de semanas después, cuando un día domingo retornando de un fin de semana fuera de Santiago, nos encontramos no con uno sino que con 2 hermosos peumos recién plantados (por los mismos agentes municipales que retiraron al robusto “extranjero”), que luego de un par de años de cuidado no requerirán de ayuda para crecer y mantenerse sanos. Desconozco si será parte de una política de reforestación con flora nativa, ojalá!
La otra buena noticia es que queda un largo trecho por recorrer y áreas verdes que construir: La OMS (Organización Mundial de la Salud) ha establecido que un buen estándar de disponibilidad y acceso a áreas verdes en zonas urbanas es de al menos de 9 m2 por habitante. Si bien en Santiago hemos hecho avances importantes en la materia (aumentamos de 3,76 m2 en el año 2002 a 4,5 m2 por habitante en el 2012, aún tenemos la mitas del camino que recorrer en esta materia para llegar al menos a los 9 m2 recomendados pro al OMS.
La invitación a organismos estatales, municipales y también a todos nosotros mortales preocupados por tener un pequeño pulmón verde en casa, es a recorrer este camino de la mano de raulíes, robles, peumos, boldos y otros muchos que siempre han estado aquí en nuestro valle central.