Milena Sandler-Widmaier nació y creció en Francia, y vivió 15 años en Montreal. Pero ahora radica en Puerto Príncipe, Haití, y no piensa irse, ya que tiene una misión: hacer que el mundo descubra la música cautivadora de este país.
“Sólo necesitas caminar por la ciudad y verás la importancia de la cultura aquí”, me decía Sandler-Widmaier cuando la conocí en su oficina, que está situada junto a la única estación de radio de Puerto Príncipe.
“La gente toca música en todos lados”, agrega Fritz Hyacinthe, mánager de la banda haitiana Carimi: “Cuando los haitianos quieren expresarse, lo hacen a través de la música. Incluso cuando hay una protesta, la gente canta sus lemas. Pero la música no es algo a lo que los padres quieran que sus hijos se dediquen profesionalmente”.
Eso es porque no hay dinero. Aunque hay muchas bandas excepcionales especializadas en kompa, música tradicional basada en el ritmo de Haití, no se ganan la vida interpretando, ya que en este país no hay un sistema de derechos de autor. “En los años setenta, el kompa fue tocado en todo el mundo”, señala Sandler-Widmaier. “Tengo un amigo que es de Libia y conoce la música haitiana. Pero hoy Haití no exporta música. El Ministerio de Cultura es una broma”.
La solución para Sandler-Widmaier es el nuevo Festival de Jazz de Puerto Príncipe, al cual ella quiere que vengan músicos de Europa y de toda América. La música haitiana está, de hecho, reconquistando al mundo. “(El Presidente de Haití, Michel) Martelly ha cambiado la percepción de la gente de cómo es ser un músico”, dice Hyacinthe, quien nació en Puerto Príncipe, pero pasa la mayor parte de su tiempo en Boston.
“El Presidente fue el primer músico en ganar dinero de verdad. Antes que él, los artistas sólo recibían “dinero de bolsillo” por llevar a cabo una presentación. Ahora todos los miembros de Carimi han dejado sus respectivos trabajos para dedicarse por completo a la música. Estamos llevando una vida muy cómoda”, reconoce Hyacinthe.
Martelly fue una famosa estrella de kompa conocido como Sweet Micky (Dulce Micky) y quien fue elegido después como Presidente de Haití en 2011.
Por supuesto, el dinero de Martelly proviene de ganancias por derechos de autor y presentaciones en el extranjero. De hecho, el éxito de bandas como Carimi fuera de Haití es lo que está alimentando la creciente exportación de la música.
Los artistas haitianos están encantados de viajar al exterior: para ellos es más fácil y tienen más tiempo de conseguir visas en los países ricos, que sus compatriotas que no se dedican a esta profesión. En casa, sin embargo, los artistas no ganan nada. “Es como si la gente tuviera la expectativa de ser libre”, lamenta Hyacinthe (conocido como Fito Farinen).
Pero la música podría ayudar a Haití a que se recupere, ya que es una ventaja global que tiene la empobrecida nación. Hyacinthe, a quien conocí en un hotel de Puerto Príncipe, señala que el Gobierno podría llenar sus arcas vacías regulando la música e imponiéndole un impuesto.
Para Sandler-Widmaier, casada con la estrella del jazz haitiano, Joel Widmaier, dice: “La música étnica es lo más in del mundo. Hay mucho potencial para esta clase de melodías. ¡Sólo necesitamos los medios para exportarla!”.
Un gran potencial
La música haitiana está fuertemente arraigada en las tradiciones y se encuentra en todas partes: incluso se escucha una banda, tan pronto como te bajas del avión en Puerto Príncipe. Pero no se reconoce muy bien y por eso no es tan competitiva en el escenario internacional.
Por eso Artistas por la Paz y la Justicia (una organización fundada por el ganador del Oscar y cineasta, Paul Haggis) están creando una escuela de ingenieros de grabación en Haití. Soy el director de desarrollo curricular. La escuela proporcionará dos años de capacitación intensiva gratis. Los estudiantes sólo tendrán que encontrar un trabajo para mantenerse durante ese tiempo. Cuando se gradúen, serán productores de talla mundial.
Lo que hay en Haití es único y diferente. Las personas lo desconocen totalmente. Saben sobre la música jamaicana, porque han ido allí como turistas, ¿pero quién va a Haití?
Aquí hay contrabandistas por todas partes. Mi recomendación para los músicos haitianos es: hacer un trato con ellos, para que, al menos, puedan conseguir un poco de dinero y así centrarse en la calidad de su música.
Will Wells,
productor y compositor estadounidense