Hace dos meses escribí aquí mismo sobre la maravilla que era el Ravotril 2.0, y lo bien que me hacia, cómo me calmaba, cómo me dormía, ansiolítico delicioso, una caricia, #durmiendocomounbebé, #quérico, #felicidadmásgrande.
Lo mejor era que el efecto sedante no terminaba al comenzar el día, sino que persistía en la tarde, tenía que dormir mi siesta, de una hora y media mínimo, y así todo despertaba con sueño.
Lo rico sí, era sentir que la gente era toda la misma, no podía ver, sentir, los matices entre una persona y otra, todos me resultaban cercanos y lejanos de la misma manera, no sé cómo explicarlo, como que nada me importaba, pero en el buen sentido, era una pasividad rica, #unasuertededespojo, #nuncalohabíaexperimentado.
Lo otro que me pasó fue que empecé a perder un poquito la memoria, pero poco. No me acordaba de lo que había hecho antenoche, de anoche me acordaba perfecto, aunque al día siguiente, anoche, era antenoche, y ya no me acordaba, jajajajá, igual me lo tomaba con humor.
Fue un muy buen año tomando las pastillas, cumpliendo metas, disfrutando el proceso, primero las de 0,5, que no me hacían mucho efecto, después las de 1,0, más o menos efecto, y de ahí, sin más escalas, a la dosis correcta, la más fuerte, la dosis del campeón.
Y el doctor Castillo que no preguntaba nada, que me recomendaba películas y libros, mientras me firmaba las recetas.
Todo andaba perfecto hasta que pasó algo; al principio no pensé que era por las pastillas, por cansancio yo creo que fue, aunque igual había dormido harto, entonces yo creo que derechamente es porque la muchacha no me pareció tan atractiva, después, claro, la busqué en Facebook y efectivamente, no era tan atractiva. Eso era, viste, uno no está obligado a rendir siempre, si no es una competencia, esto es para pasarlo bien, disfrutar, además ya tengo 41 años, y es lógico que ya no sea como hace 10, eso es parte de la vida, además me pasó una vez nomás, si me pasara siempre te creo que sea para preocuparse.
Pero me volvió pasar, y me volvió a pasar, y me volvió a pasar de nuevo, por tercera vez.
¿Y sí la culpa era del Ravotril? Después de un año, el sedante tal vez me estaba pasando la cuenta. Lo dejé una semana, para probar; fue un infierno, dormí pésimo, me peleé con todo el mundo, me dio depresión, pero mejoré en lo íntimo, de 100 por ciento, un 70 y subiendo. Quizá deba dejar el Ravotril, pensé; no, ni loco, pensé inmediatamente, al menos no de una. Además las pastillas me hacían demasiado bien, me habían devuelto la personalidad que había extraviado con los años.
Fui a ver al doctor Castillo y me recomendó “Relatos Salvajes”, la película argentina donde actúa Darín; el libro “Contarlo Todo”, de un escritor peruano, y me recetó Sildenafil, el popular Viagra.
Partí a la farmacia; con vergüenza, después de asegurarme que no hubiera nadie cerca, sólo la dependienta, la misma que me vende el Ravotril, lo compré.
Igual me sentía mal, muy muy avergonzado. La señora de la farmacia o no le importó o fingió que no le importaba, me vendió las pastillas como si le hubiera comprado aspirinas.
Esa misma noche me tomé un comprimido como se le dice, 100 mg, para adentro. Preferí probarlo en casa, con la esposa, más confianza.
Al cabo de una hora, comencé a sentir.
Amigos, se los juro, nunca había vivido algo así; qué desempeño me mandé, me pasé, me pasé, es que el Sildenafil se pasó, qué potencia, qué velocidad, por qué no lo descubrí antes, qué maravilla.
Sentía que de mi cuerpo emergía una suerte de cuchillo, una daga, una lanza, un cañón; de mármol, de acero, de fuego.
Mi señora no lo podía creer, yo era un camión turbo que la arrollaba una y otra vez, un asesino en serie que la embestía y la embestía sin pausas, hasta matarla de gozo. Qué te pasa me dijo, en el único momento de descanso que le permití, nada, nada, le dije mientras volvía a la carga. Nunca le conté lo que había tomado.
Han pasado dos semanas, y saben, el Ravotril cada vez me gusta menos, como que lo estoy dejando, es que el Sildenafil es otra cosa; tiene varios nombres Viagra, Levitra o Cialis, y todos me producen el mismo efecto: me vuelven imbatible, superior, inmortal.
Ahora sí que me hago adicto, qué rico.
*** Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro.