Warner Bross.
Sir Ian McKellen es alto y esbelto, tanto como su personaje en las trilogías de “El señor de los anillos” y “El Hobbit”. En un cómodo sillón del Waldorf Astoria de Nueva York, el actor británico es simpático y paciente con los nerviosos periodistas que no todos los días tienen la oportunidad de entrevistar ni más ni menos que a Gandalf y Magneto a la vez.
Usted ha dicho que los libros de Tolkien nunca tocaron el tema del sexo, sin embargo en “El Hobbit” se ve algún tipo de sentimiento romántico entre Gandalf y Galadriel.
-Sí. Cate es tan hija del teatro como yo, y lo pasamos de maravillas, nos reímos y deseamos trabajar juntos en las tablas en el futuro. Creo que esa cercanía se integró espontáneamente en la escena. Claramente Gandalf y Galadriel se respetan mutuamente, ¿por qué ese respeto no podía transformarse en algún momento en afecto cercano?
¿Por qué cree usted que Tolkien nunca quiso tocar temas como mujeres o sexo en historias tan épicas?
-Supongo que su inspiración estuvo en las sagas escandinavas y tal vez en “La Ilíada” de Homero. En ellas raras veces hay mujeres, a no ser que se las presente como brujas o figuras amenazantes. Son sociedades muy dominadas por lo masculino en una época en que las mujeres tenían que criar niños solamente. Por eso no creo que Tolkien hubiera tenido la intención de reflejar en sus libros todos los aspectos de la vida humana, porque de ser así podrías decir que falló. Pero de todas formas puedes contar una muy buena historia sin mujeres ni sexo, y es por eso creo que la gente escogió entender la relación entre Sam y Frodo de un modo homosexual, cuando es un tipo de afecto que no necesita sexo.
Es interesante que la gente busque relaciones románticas incluso donde no las hay.
-Pero si piensas en las novelas masculinas contemporáneas a Tolkien, son todas sobre amistades muy, muy cercanas pero sin sexo. No existe la frustración sexual ni nada de eso. No creo que agregar esos temas a la Tierra Media significara algún tipo de mejora. Las películas siguen muy cercanamente a los libros, que están pegados a su época. Por eso, cuando Tolkien escribe sobre las diferentes razas, como los elfos y enanos, creo que es posible entender a los enanos como judíos: gente errante que perdió su tierra y que de manera muy belicosa intentan retornar. Creo que él los escribió como judíos.
Se ha dicho que usted no quería hacer “El Hobbit” al principio, del mismo modo en que se negó a ser Dumbledore en “Harry Potter”.
No, eso no es cierto. Hubo alguna vez conversaciones de si me gustaría estar en “Harry Potter” y dije que sí, pero esa fue la última vez que escuché algo de eso. Nunca me ofrecieron ser Dumbledore.
Pero, ¿qué se necesitó para que volviera a hacer de mago?
-Mucho. No sólo yo tenía muchas dudas sobre volver a ser Gandalf, también Peter Jackson dudó mucho. Se retiró, volvió, se enfermó, se retiró de nuevo, hubo otro director, y al final tuve que considerar la posibilidad de que “El Hobbit” nunca se haría, aunque tuve el cuidado de mantenerme libre de compromisos por si al final se hacía. Y había motivos poderosos por los que no era un trabajo atractivo. Me iba a mantener mucho tiempo lejos de casa. Me iba a impedir hacer cualquier otro trabajo por un tiempo. A mi edad, un año y hasta un mes es un período precioso de tiempo, y tengo que asegurarme de no desperdiciarlo. Pero al final no me imaginé a nadie más haciendo a Gandalf, y una amiga me dijo “Bueno Ian, a los fans no les importan tus problemas personales. Tienes que ir y hacerlo”.
Ya ha mencionado el placer de tener un asistente personal en el set. ¿Fue esa una de sus condiciones para aceptar el papel?
-No, no, no, no… fue algo que organicé yo mismo. Si te tienes que preocupar por ir de compras, organizar una fiesta y cosas así, es mejor tener a alguien que lo haga por ti, soy del tipo de personas a las que les encanta que alguien planifique mi día por mí. Es bastante patético eso.