Esfuerzo Pyme

Reparto a domicilio y venta en plazas, esa es La Pepi

La Pepi reparte a domicilio
El Emporio La Pepi es una pequeña furgoneta que maneja y administra las ventas Pía Ravani. Esfuerzo Pyme

Reparto a domicilio. Venta en plazas. Productos frescos hechos por emprendedores. También dulces para los niños y niñas. Eso es lo que ofrece La Pepi. El emporio móvil de Pía Ravani y su pareja, Renzo Pécoli, que lo pueden encontrar en el sitio web www.emporiolapepi.cl.

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Cada miércoles y viernes el furgón del Emporio La Pepi se estaciona en la plaza cercana a Enrique Richards, en Ñuñoa. Pía Ravani en pocos minutos instala en los anaqueles sus productos. Estos van desde huevos de campo a especias, pasando por mermeladas, brazo de reina y pan hechos por otros emprendedores “a los que aprovecho de ayudar”, comenta a Esfuerzo Pyme y Publimetro.

La historia de emprendimiento de esta productora audiovisual es la de muchos. Tras el estallido social y la posterior pandemia con su pareja se quedaron sin trabajo. “Junto a Renzo partimos vendiendo en el edificio en el que vivimos. Fueron huevos y paltas traídas de Quillota”, relata Ravani.

– ¿Por qué La Pepi?

-Es una mezcla del apellido de mi pareja con mi nombre. Él es Pécori y yo Pía.

Del domicilio a La Pepi

Lo de vender resultó. Tanto así que pensaron en el proyecto de un emporio móvil. Aprovechando el 10% se compraron el furgón, presentaron el proyecto a la Municipalidad de Ñuñoa y les dieron patente para instalarse en tres plazas: Luis Uribe, lunes y jueves; Plaza Sucre, martes y sábado y Melvin Jones, miércoles y viernes.

“Quedarnos sin pega fue fuerte, pero teníamos que vivir. Por eso decidimos hacer este emprendimiento que nos tiene muy orgullosos”, asegura. “Ha ido creciendo de a poco agregándole productos”, continúa Pía con voz de alegría.

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– ¿Cómo haces la selección de productos?

-Todos los productos que vamos agregando son de emprendimientos. Los pasteles, los hace una amiga; las mermeladas, mi suegra; los panes, una de mis cuñadas y los dulces de membrillo, otra cuñada.

Hay que emprender

Pía recuerda recuerda su nervio inicial: el tratar con el público. “Me costó romper ese miedo. Siempre pensaba: ‘Y qué pasa si no les gustan los productos’, ‘qué hago si me reclaman’. Me costó, pero hay que romper las barreras y avanzar”.

-Y ahora, ¿ cómo te sientes?

-Bien, feliz. Realizada.

-¿Qué enseñanzas te ha dejado esta experiencia?

-Que hay que atreverse y saber que se van a cometer errores. De los errores se aprende. Que hay que cambiar el proveedor de los huevos, en ocasiones se compra más caro, entonces hay que buscar y rebuscar. Se aprende y crece con los errores. Eso nos pasó a nosotros.

-¿Cómo recuerdas el primer día de venta?

-No muy bien. La primera vez que me instalé en una plaza había ya feriantes, y no les gustó que llegara. Tanto así que hasta me mandaban los inspectores municipales.

– Pero ¿qué onda?

– El mismo inspector me explicó que estaban sentidos los feriantes porque llegué y me instalé. No los saludé ni presenté ni les pedí permiso. Ese día vendí $18 mil, pero llegué muy bajoneada a la casa.

-¿Y cómo superaste ese tema?

-Cuando me instalé en otra plaza, me acerqué a saludar, a pedir permiso. Fue así como conocí a don Jorge, quien me trató muy bien. Fueron los ángeles los que me lo pusieron en camino y ahora nos instalamos juntos.

Reparto a domicilio

El día de Pía y Renzo se inicia a las 07 de la mañana. Tras hacer las labores de la casa, ella va a buscar a Pepi, como llama a su furgón, mientras él busca proveedores, nuevos productos que ofrecer, se preocupa de las redes sociales y de atender en whatsapp de pedidos.

La cortina del emporio se abre todos los días a las 10 de la mañana en la plaza que le corresponda. Se cierra a las 14 y de ahí se inicia el reparto a domicilio.

-¿Qué viene para el futuro?

-Me gustaría instalarme con un café móvil con energía solar. Ese es mi siguiente emprendimiento. Con café en grano y seguir ayudando a los emprendedores de las pastelerías y panaderías que también han sufrido mucho.

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