Esta semana en nuestras recomendaciones de los miércoles, la librera y mediadora de lectura, Catalina Pulgar, nos hablará sobre la importancia de ir fomentando la lectura, con un trabajo colaborativo entre mujeres del rubro, que se encuentran justamente haciéndolo en sus propios espacios.
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Fomento lector
Vivir fomentando la lectura, aún en tiempos de pandemia, me ha traído muchas satisfacciones. Es cierto que la cadena del libro ha tenido que adaptarse a las dificultades que conlleva el escenario actual, pero trabajando desde adentro he tenido la oportunidad de armar redes con grandes profesionales del área a quienes admiro.
Clubes de lectura, talleres de escritura y tantas otras actividades donde solíamos reunirnos en torno al amor por los libros, se han visto interrumpidas por las cuarentenas intermitentes y las restricciones de movilidad. Pero leer es lo que nos mueve y sabemos que las posibilidades creativas que se abren al generar espacios de lectura son infinitas y muy significativas.
Hoy destaco a tres mujeres que trabajan activamente en la industria del libro, y que desde sus oficios se dedican por completo al fomento lector. Tres grandes profesionales que han sabido utilizar las herramientas y recursos digitales para no perder el contacto con quienes leen.
Carolina Mouat
Editora en @escafandraediciones y mediadora de lectura en @sobremesa_talleres
Cuando entré a la universidad a estudiar Literatura me gustaba leer pero no había leído los clásicos, ni me devoraba libros en el verano, muy pocas veces cayó en mis manos un libro que no fuera el que me daban para leer en el colegio. Me gustaba lo que me provocaba la literatura, pero no lograba verla como un placer todavía, ya que estaba muy ligada al deber, a leer por cumplir, por una nota en el colegio y luego en la universidad.
Después de eso no leí durante casi un año. Tenía algunos libros pendientes, pero nada que motivara dedicarle un tiempo a esa actividad. Inspirada por la película Conociendo a Jane Austen, donde se juntaban cinco personas y cada una se hacía cargo de llevar la sesión sobre uno de los libros de Austen, retomé la lectura con un post de Facebook preguntando quién se animaría a leer en conjunto.
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Fue el inicio de una nueva etapa en mi vida lectora que cambiaría por completo la forma de ver la literatura. Lo que siempre pensé que era una actividad solitaria e introspectiva, se convertía de repente en algo colectivo, se expandía en esos encuentros. La literatura juega así un doble rol en nuestras vidas, nos puede regalar un espacio íntimo, un momento con nosotros mismos, como también se puede convertir en un espacio de discusión y diálogo, de comunicación no solo entre los lectores y el texto, sino también entre los lectores y un otro.
El lector no se crea de la nada, sino que es incentivado por un lector previo, que muestra e incentiva la lectura. Puede ser un padre, una madre, una tía, una cuidadora que nos lee un cuento antes de dormir o para entretenernos; o un profesor o profesora que recomienda, presta, guía; o el bibliotecario del colegio o de la biblioteca pública que permite mirar, hojear, tocar los libros. Todos estos agentes directos o indirectos en la mediación lectora van a formar lectores, no solo niños pequeños, sino también jóvenes, adultos, abuelos que continuarán con la cadena.
El gran desafío para mí como mediadora, es motivar a la comunidad, es encontrar los caminos o crear los puentes para que los lectores se encuentren con los libros y con ese placer. El goce de la lectura está muy lejos de producirse mediante una prueba escrita o ligado a una nota. El placer de la lectura se experimenta previo a ese momento, se experimenta en el momento preciso de la lectura, cuando nos damos cuenta que hay algo en esas frases que leemos que nos quedan dando vueltas en la cabeza, que nos interpelan o nos emocionan, que nos hacen viajar y conocer nuevos mundos o nuevas culturas, pero también que nos hacen llorar y reír porque entendemos esas experiencias, porque las vivimos a través del texto.
Vivir la experiencia de lectura es un acto de arrojo, es permitirse que las piernas tiemblen, que el corazón lata con fuerza, es sentirnos vivos durante un instante.
María José Mejías
@leerporleer
Bibliotecaria
Mi nombre es María José Mejías Salgado, y desde hace diez años que he trabajado en distintas bibliotecas. Al comienzo ejercí como historiadora del arte en la Biblioteca del Museo Nacional de Bellas Artes, para luego ir fomentando la lectura como mediadora en Biblioteca Viva Vespucio.
Con el tiempo, me gustan cada vez más las bibliotecas de gente. Esos espacios donde la interacción es crucial en la formación de los usuarios y sus intereses lectores y es justamente por eso que decidí trabajar como bibliotecaria de un colegio.
Si me gusta trabajar es porque trabajo de bibliotecaria, porque entre estantes de bibliotecas descubro todos los días la pasión que me despiertan los libros en todas sus dimensiones. Los libros me sacan de mi interior y me ponen en el mundo. No solo disfruto leerlos, sino también conversarlos, prestarlos, estudiarlos, corregirlos, editarlos y maquetarlos.
Siendo bibliotecaria de un colegio aprendí que se pueden hacer tantas cosas con un ‘querer leer’, despertando el deseo de lectura, porque toda forma de curiosidad se puede transformar en una experiencia de fomento lector. Nuestras bibliotecas escolares como una inversión real en el crecimiento personal y cultural de toda una comunidad educativa. El rol que cumplimos las bibliotecarias es esencial para la distribución, difusión y movimiento del conocimiento que albergan nuestras colecciones.
Tuve que reformular mi experiencia de ser bibliotecaria por el contexto de la pandemia. Diseñé proyectos que contemplaran una interacción virtual, y de ahí surgieron varias cosas interesantes, como la coordinación de un Boletín digital de fomento lector que en la actualidad lleva nueve números, y tiene contribuciones de cinco bibliotecas del país.
En esta misma búsqueda surgió mi cuenta de Instagram @leerporleer, como una forma de establecer lazos en una comunidad virtual. No podía salir de mi casa, pero eso no significaba que no pudiera conversar y compartir sobre libros, que es justamente lo que más me gusta. Así que me empecé a relacionar con cuentas nacionales e internacionales, donde he participado en clubes de lecturas, y también en conversaciones privadas sobre libros que han sido tan gratificantes que hoy no me imagino sin esta gran red de recomendaciones y contenido.
Con el pasar de los meses empecé a estar más cerca de mi propia biblioteca, y me fui dando cuenta cómo ella tenía tanto de mis gustos, de lo que he estudiado, de mis penas y de mis alegrías, y de todo lo que he disfrutado página tras páginas estos años. Pasé de trabajar con libros ajenos, a tener una biblioteca en mi casa, y no sé cómo, ni cuándo, pero durante esta pandemia también me convertí en la bibliotecaria de mi propia vida.
Paulina Bermúdez Valdebenito
@pauli_bermudez_valdebenito
Feminista, tallerista itinerante, escritora y vocera de @autoraschilenas
Comencé a dar talleres de escritura por la necesidad de acercar el conocimiento de la minificción y un poco, nivelar. Mucho se habla de escritura en formato breve, pero poco se sabe. Ahí nace mi taller de minificción para adultxs y primerxs lectorxs/escritorxs que doy hace más de 6 años.
Con la pandemia las distancias se acortan y mi patria pasó a ser zoom. Se abren otras posibilidades y espacios y es ahí donde, empujada un poco por Diego Alfaro de Big Sur comienzo a gestar mis talleres de narrativa.
Son un cruce entre un club de lectura y un taller de escritura y hemos trabajado por temáticas; el amor, la familia, el viaje, la memoria, son algunos. Acá hago una elección de 3 libros y leemos y escribimos en torno a las temáticas que nos entregan los libros.
Estos talleres, que llevo dando durante todo el 2021, se han transformado en un espacio terapéutico y seguro, cada vez que comienzo uno es un viaje que no sabemos como va a terminar. Lloramos, reímos, nos emocionamos y apañamos. ¿Qué es leer si no viajar? ¿Qué es leer si no emocionarnos?
La literatura me ha abierto las puertas a grandes experiencias de vida. Más allá del aprendizaje permanente que significa trabajar con libros, he sido testigo de cómo la vivencia personal en torno a una lectura en particular, se enriquece cuando es compartida.
Hoy en día pienso que un texto se completa con cada nueva lectura, con el contraste de impresiones, únicas y diferentes entre sí, como las personas que las emiten.
Mi motivación es acercar la literatura a todos aquellos que ven en la lectura una tarea por cumplir, una meta para la que hay que encontrar tiempo.
Mi experiencia como mediadora me ha enseñado que la idea de “crear un hábito de lectura” ha relegado el leer a una actividad más en la lista de pendientes, yo propongo vivir el libro que tienes en tus manos, conectarlo con la música que escuchas, relacionarlo con las noticias, con los procesos políticos, con los grandes cambios sociales.
La distancia social y todas las restricciones que trae la pandemia son superables con la lectura, este año he leído muchos libros de viaje y ha sido increíble darme cuenta cómo ese trayecto por las páginas me ha traído infinitos viajes al interior de mi misma. Es eso lo que busco compartir y generar en los clubes de lectura que medio, un vínculo con los libros, la lectura y la posibilidad de compartirla.
El club de lectura que media Catalina en Qué Leo Trapenses tiene su convocatoria abierta en www.queleotrapenses.com