Reclama Juan Tagle que “hay una especie de campaña para decir que la UC está pobre y no es así”. En estricto rigor, los cruzados están lejos del estrato social más bajo, pero ese club que durante años estuvo asociado a la élite, a los ABC1, hace un tiempo se ha autodeclarado de clase media.
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Basta con ver sus últimos fichajes provenientes del medio local: Marcos Bolados y Andrés Vilches. Lo que desechó Pablo Guede, lo que no quiso Colo Colo, el que debiese ser uno de los dos rivales directos de los franjeados, junto a la U, lo tomó la Católica para completar su ofensiva.
Más allá de que los ex delanteros de Antofagasta y Huachipato pueden andar bien en San Carlos de Apoquindo y reencontrar el rendimiento que mostraron en sus ex cuadros de provincia, la señal que da Cruzados con sus incorporaciones es de inferioridad respecto de los dos grandes. Una política de contrataciones más propia de Unión Española que de la Franja.
¿Y en el mercado internacional? Hace rato que en la precordillera buscan jugadores que estén disconformes en sus equipos del extranjero y les piden que se desvinculen por su cuenta para no pagar el traspaso, por lo que el universo de posibles refuerzos se reduce a lo que haya disponible más que a lo que realmente se quiere.
Las críticas de los hinchas se las lleva siempre José María Buljubasich, pero la verdad es que el Tati ha tenido que hacer malabarismo con el presupuesto que en cada semestre le dan para “reforzar”. Por eso ha presentado cinco veces la renuncia, según propias palabras, y no se la han aceptado, porque gracias a sus contactos la saca barata para la concesionaria.
Y por eso también la relación cordial hasta el final con Mario Salas, porque el Comandante no puso el grito en el cielo cuando le desmantelaron el plantel en vez de potenciarlo para aspirar a seguir creciendo tras el bicampeonato. Clásico de una empresa que piensa más en los balances que en la cancha, en maximizar utilidades invirtiendo poco.
Después no se quejen.