Partamos por donde todos sabemos que Bravo se equivocó. Comparar a Salah con Jadue es un desatino, porque el segundo es un ladrón y el primero nunca ha estado asociado a ningún acto de corrupción, más allá de que varios de los que siguen ligados a la actividad se pusieron a la cola para cobrar los cheques del calerano y miraron para el lado cuando se estaban robando todo.
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Sigamos con uno de los puntos más cuestionables: ¿Puede el capitán imponer a un preparador de arqueros? Claro que no, no está dentro de sus facultades, aunque sí puede sugerirlo y que Rueda tome la determinación, pero si desde Quilín no están abiertos a la opción porque hay aptitutados y ni siquiera dejan que el seleccionador decida, el enojo es entendible.
¿Fue correcta la forma, esto es, decir que el ex entrenador de porteros estaba guatón? Discutible, porque si estás en la alta competencia, donde cualquier detalle marca la diferencia, debes estar a tono, no mandar las pelotas a la cresta en el calentamiento previo a la final de la Copa América Centenario, donde me cuentan que estaba más nervioso -”cagado”- el ayudante que el propio jugador que iba a saltar a la cancha.
Hablando de gente apernada, lo de Robles en el Sudamericano Sub 20 de Ecuador del año pasado, con indisciplinas incluidas, fue todo lo que uno no quiere ver en un grupo de jóvenes que aspiran a ser el recambio, y para qué decir la Sub 17 de Caputto, que meses después fue al Mundial a recordarnos lo más mezquino en la historia de nuestro fútbol, donde ni siquiera hubo rebeldía ante la inminente eliminación. Inentendible que ambos sigan.
Ahora sí, vamos al fondo del asunto planteado por el meta del Manchester City, ése que no acapara los titulares. Cada cierto tiempo, la Roja se ve envuelta en un conflicto por las platas que genera el “producto selección chilena” -que no son pocas, dados los éxitos de la Generación Dorada-, disputas que pueden aparecen con distintos nombres, como “premios” o el “añejo Juan Pinto Durán”, por ejemplo.
Hace un buen rato vengo preguntando por qué la Asociación Nacional de Fútbol Profesional y la Federación de Fútbol de Chile siguen bajo el mismo mando, cuando la primera debería preocuparse del torneo y la segunda de la Selección, como pasa en los países desarrollados. Desde la ANFP me dicen que no está dentro del plan estratégico de la actual administración separarlas, pero aclaran que los dineros del Equipo de Todos no van a parar a los clubes.
Sin embargo, le consulto a un par de presidentes y me responden que todo va a parar al mismo saco y que cuando hay excedentes gracias al combinado nacional, el cheque se deja caer en las oficinas de cada equipo. Así es fácil entender por qué el nuevo complejo de selecciones se ha demorado tanto en ver la luz, por qué no se ven sucesores a la altura de la actual generación y por qué seguramente pasará lo mismo que pasó en el tenis, donde ni siquiera un court central quedó como legado.