Columna: L’Équipe

Justamente lo que supo armar el Gran Capitán Deschamps, un conjunto, con el colectivo por sobre las individualidades, al igual que Croacia, Bélgica e Inglaterra, mientras aquí en Sudamérica seguimos dependiendo de que nos salven las figuras. Por eso el Arco del Triunfo nos queda tan lejos.

(Matthias Hangst/Getty Images)

Previo al Mundial, cuando me preguntaban a qué selecciones veía como favoritas, como si uno fuera una especie de Pulpo Paul, Francia aparecía entre las nombradas y de inmediato venía el “pero”, aunque esa duda no tenía nada que ver con el mote despectivo de “pecho frío” esparcido por los rioplatenses -los dos quedaron eliminados claramente a manos de los galos y fueron igualados por éstos con dos Copas del Mundo en sus respectivas vitrinas-, sino con la inmadurez de su plantel y con la falta de un atacante de área de peso.

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Para mí, Qatar 2022 sería el momento de Les Bleus, pensando en que su línea de cuatro defensiva no supera los 25 años -Hernández (22), Varane (25), Umtiti (24) y Pavard (22)-, que su “chiche” en delantera -Mbappé (19)- todavía debe divertirse como un adolescente jugando a las Tortugas Ninja en el Wii y que su crack del mediocampo -Pogba (25)- aún no se consolida como tal en el Manchester United.

Reconozco que, hasta Rusia 2018, consideraba al compañero de Alexis como un volante displicente, de ésos que son capaces de inventar la pólvora en una jugada para acto seguido darse un tiro en el pie y regalar un partido, pero al verlo distribuir la pelota con talento y, a la vez, trabajar como obrero, me tapó la boca.

Asimismo, admito que Giroud -también observado de cerca gracias al paso del Niño Maravilla por el Arsenal- nunca ha sido de mi gusto, quizá porque esperaba que el centrodelantero fuera un tipo que la echara adentro seguido, como Benzema, no que sacrificara su cuota goleadora y se pusiera el overol en pos del grupo, como lo hizo el “9 más falso” que se recuerde, titular indiscutido como punta de lanza sin ningún gol en todo el torneo planetario.

Si a ellos les sumamos a Kanté, ese jugador que todos quisiéramos tener de nuestro lado porque siempre está cerca para darte una mano, a Griezmann, que transmite una tranquilidad de líder pese a no portar la jineta, y al capitán Lloris, quien más allá del error en la final tuvo unas tapadas de campeonato, estamos hablando de un verdadero equipo.

“L’Équipe”, como el nombre del prestigioso medio de comunicación de ese país, justamente lo que supo armar el Gran Capitán Deschamps, un conjunto, con el colectivo por sobre las individualidades, al igual que Croacia, Bélgica e Inglaterra, mientras aquí en Sudamérica seguimos dependiendo de que nos salven las figuras.

Por eso el Arco del Triunfo nos queda tan lejos.

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