Una radical transformación ha vivido Christian Garín (95º) desde principios de agosto del año pasado. En ese entonces, pasó a ser dirigido por el argentino Andrés Schneiter, quien por esos días le decía a El Gráfico Chile que el objetivo a corto plazo era que su pupilo terminara la temporada entre los 140 mejores del ranking.
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La meta se quedó corta, pues el Tanque acabó el 2018 en el 84º puesto. Un tremendo cambio de mentalidad permitió el notable ascenso, así como también facilitó su decisiva victoria en el quinto punto sobre Austria.
“Era algo que tenía pendiente, que no lograba jugar en la Copa Davis como él juega, por los altibajos”, reconoce el Gringo. “Se sacó un peso de encima”, complementa.
El coach explica que en el último tiempo, su dirigido ha tenido “una madurez en los partidos, para encontrarle la vuelta a cada uno. Se fue animando y se dio cuenta de que puede sostener su forma de juego sin caerse sicológicamente, ‘bancándose’ más las frustraciones”.
Para ello, el trabajo del transandino, según sus propias palabras, “pasa por ver qué es lo que él hace cuando está jugando bien y tratar de plasmarlo después. En ese contexto, le exijo mucho que se hable, que esté más positivo dentro de la cancha, y de a poco se va mentalizando en eso”.
“Intentamos que pueda competir desde que entra hasta que se va de un partido de la misma manera. El problema es que tenía muchos altos y bajos, y no podía hacerlo siempre igual, pero cuando empezó a ser más regular, se encontró con que su nivel es alto y comenzó a ganar”, prosigue el entrenador.
Desde este martes, el nortino buscará estirar su buen momento en la arcilla del ATP de Córdoba, cuando enfrente al español Albert Ramos (71º), luego de un tibio comienzo del 2019 en pistas duras. “Hay que adaptarse a los torneos ATP. Ahora en tierra se puede dar una adaptación mejor y cuando volvamos al cemento, será otro”, cierra el adiestrador.