Soy un acérrimo defensor del VAR. La discutida herramienta es una recién nacida -el lunes pasado cumplió un año en Chile- y creo que, con el correr del tiempo, le entregará aún más justicia al fútbol.
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Eso sí, quienes pensaban que con este sistema se iba a acabar el debate futbolero, estaban muy equivocados. Éste seguirá mientras no haya una unificación de criterios por parte de los árbitros.
Y vaya que no la ha habido en el presente Campeonato Nacional 2020. Jugadas similares en distintos partidos han terminado en cobros diferentes.
Así, no es de extrañar que jugadores y técnicos de casi todos los equipos se hayan sentido “robados” en algún momento. El último es Marcelo Cañete, de Cobresal, por el gol que permitió el empate de Unión La Calera el sábado por la noche en El Salvador.
El volante explotó por Instagram por el tanto de Jeisson Vargas, quien claramente saca ventaja de su brazo para llevarse la pelota. En tiempos donde se cobran manos por todo, cuesta entender por qué no se sancionó una tan evidente.
En este caso específico, el videoarbitraje llevó a cabo perfectamente su rol. Llamó a Nicolás Gamboa, quien pudo observar detenidamente la acción.
En la misma semana, el martes, otro de los Gamboa, Eduardo, no vio un doble codazo en el área sobre César Huanca, delantero de Iquique, en la derrota en Antofagasta, cuando iban 1-1. Lucas Aveldaño, defensa de los “Dragones Celestes”, también echó fuego por la boca a través de la red social, porque ni siquiera hubo llamado al juez para que revisara en el VAR, cuando se han sancionado penales por faltas mucho menores.
Mientras haya humanos arbitrando, habrá polémicas. Ahora, la idea es que los réferis vayan siendo cada vez menos descriteriados, en el buen sentido de la palabra.