Primero fue Beñat San José y luego Gustavo Quinteros. Los dos salieron campeones con la UC y después hicieron efectiva la baja cláusula de rescisión que pone Cruzados en los contratos de sus entrenadores, para así optar por una oferta económica más tentadora.
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La apuesta ha funcionado, por lo menos en el plano local, ya que la continuidad del proyecto institucional ha sostenido las interrupciones de los procesos técnicos. El club está por encima de los nombres y eso siempre es sano.
Así llegó Ariel Holan, quien, a contar de hoy, tiene una semana para tomar el mismo camino de sus antecesores o diferenciarse de ellos. Él sufrió en carne propia las contras de este sistema de DTs anuales.
La Católica no quedó eliminada de la Copa Libertadores por su derrota ante Gremio en Porto Alegre, sino por la goleada en contra que Internacional le propinó en la misma ciudad y por la dolorosa caída en San Carlos de Apoquindo frente al América de Cali. Claro, el coach argentino acababa de llegar y su equipo estaba en formación, recién asimilando su idea, que ya estaba plasmada cuando venció a los dos cuadros brasileños en casa y rescató un empate en Colombia, resultados que no le bastaron.
En la historia de nuestro fútbol hubo tres tricampeones antes de la “Cato”, además de un tetracampeón. Sacando al Magallanes de los inicios del profesionalismo, Colo Colo coronó ese “tri” con el título de América de 1991, el “Cacique” de Borghi estuvo muy cerca de ganar la Sudamericana y la “U” de Sampaoli logró levantarla.
La tarea de la UC para ser todavía más grande está clara.