Japón está dividido en torno a los Juegos Olímpicos de Tokio. El país está polarizado por la decisión de llevarlos a cabo sí o sí, pese al alza de los contagiados de covid-19 que lo tienen en estado de emergencia, previo a la inauguración de este viernes.
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Ni siquiera los principales patrocinadores del Comité Olímpico Internacional (COI), que deberían ser los más interesados en que se realice el evento, escapan a esta división. Uno de ellos es Toyota, el mayor fabricante nipón de automóviles.
La compañía determinó que no difundirá spots publicitarios de temática olímpica en la televisión japonesa durante la cita. Además, el director general, Akio Toyoda, no asistirá a la ceremonia de apertura, a pesar de que 200 deportistas que participarán están afiliados a su marca.
La población local está al tanto de que la competición fue impuesta netamente por el dinero que hay en juego. La gente siente que se realiza sólo para que el COI recaude los miles de millones de dólares por los derechos de televisación y la publicidad.
La fragmentación de los nipones se incrementa por el hecho de que pocas personas han sido vacunadas y porque tendrán que ver a través de una pantalla las pruebas, que se desarrollarán muy cerca de sus casas. Por contraparte, unos 15 mil atletas, además de casi 70 mil hombres y mujeres relacionados al certamen, todos ya inoculados, gozarán de libertades que los locales no tienen desde principios del año pasado.
Para no acrecentar el enojo del pueblo anfitrión, las delegaciones estarán confinadas en una “burbuja”, bajo amenaza de deportación si la rompen. Personal del gobierno estará encima, fiscalizando.
Más allá de las estrictas medidas, es imposible que el virus no se cuele entre los competidores. De hecho, el sábado se informó el primer positivo en la Villa Olímpica y, este martes, la organización comunicó 67 contagios entre los acreditados.
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De hecho, la suspensión no está descartada. “No podemos predecir lo que sucederá con la cantidad de casos de coronavirus. Por lo tanto, continuaremos las discusiones si hay un aumento”, advirtió el presidente del Comité Organizador Local, Toshiro Muto.
El lunes por la noche de Chile, se ratificó la primera baja nacional por el maldito bicho. Se trata de la taekwondista Fernanda Aguirre, quien viajó desde Uzbekistán con exámenes PCR negativos, pero dio positivo en los tests que le hicieron en el aeropuerto tokiota.
El protocolo establecido la obligó a trasladarse hacia una residencia sanitaria, para hacer cuarentena por al menos 10 días, por lo que tendrá que mirar por la TV, tal como la mayoría de los japoneses, unos Juegos Olímpicos por las que tanto trabajó y esperó, pues había logrado su clasificación en marzo de 2020. Dieciséis meses aguardando el sueño de toda una vida para quedarse afuera a horas del inicio.