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Rabia es lo que más describe Raisa Luna Guzmán, en una carta publicada en las redes sociales donde relata la triste imagen de violencia intrafamiliar que presenció junto a su familia.
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La publicación, con fecha 5 de abril, ha dado vuelta las redes sociales no sólo por el ataque en contra de una mujer y su pequeña niña, sino por el cambio de mirada que está teniendo la sociedad chilena respecto de la violencia hacia la mujer.
El relato realizado por la mujer comienza parte cuestionando la falta de apoyo recibido en ese minuto por las víctimas de violencia. “Hoy íbamos camino al trabajo con mi hijo (1 mes y medio) y mi compañero. Cuando en el metro (el Llano, línea 2) un imbécil venía agrediendo verbalmente a su pareja con su hija (de no más de 3-4 años)”.
“El tipo venía con su cinturón al cuello, y la mujer y la niña lloraban (evidentemente ya las había golpeado). Vi esta situación a la distancia, poco antes de bajarnos, habían tres «hombres» más junto a ellas, y nadie hacía nada”, relata la testigo.
“Cuando nos teníamos que bajar, le pedí a mi compañero que bajara el coche y yo la llamé: ‘oye!! Ven!! Bájate conmigo!!’, le mostré una sonrisa y seguridad en mi mirada. Ella dudó, y no lo hizo. Bajé del tren y le grité al chofer que esperara. Volví a insistirle, seguía dudando, su hija pequeña se levantó del suelo y me tendió la mano. ‘Vamos! Baja conmigo. Hazlo por tu hija’”.
“‘Voh no te metai!! Voh también tení un hijo!!’ Me gritó el imbécil. No lo pesqué y volví a decirle: ‘por favor!! Ven conmigo!!!’. El tipo levantó su correa y amenazó con pegarme. Mi compañero intervino, el tipo retrocedió”, dice la carta publicada por Raisa.
En su relato explica que pidió al conductor que interviniera y que detuviera el tren. “Se cerraron las puertas y la amenaza fue firme: ‘te van a buscar los pacos Ctm! Maricó conchetumadre!!’. El tren se fue, y yo estallé en llanto”.
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“Ella es la próxima víctima de un femicidio, y todos los que guardaron silencio el vagón son cómplices, y el chofer del tren también, y la jefa de estación, y todos! Todos son culpables, porque TODOS podemos hacer algo”, emplaza la mujer.
Sobre el final de la historia, la testigo explica que llamaron a Carabineros pero no pudieron dar con el protagonista de la historia, sin embargo no se fueron sin antes dejar un registro en el libro de reclamos de Metro.
“Ellos son capaces de invertir en personal para reprimir a los que cantan o a los que venden en sus espacios, pero no hicieron nada para ayudar a esa mujer y su hija.
(La respuesta de la jefa de estación -«mujer» también-, fue que ellos no intervenían en problemas sociales… Insólito!!)”, concluye Raisa.
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