La insoportable espera de Japón por un «yokozuna», gran campeón de sumo, nacido en el país terminó cuando el luchador Kisenosato, de 30 años, se alzó al máximo nivel de un deporte tradicional dominado durante mucho tiempo por extranjeros.
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Su primera victoria este fin de semana en la Copa del Emperador le valió convertirse en el primer luchador de sumo nacido en Japón que alcanza la máxima posición desde que Wakanohana lo hiciera en 1998, aunque llegar a la cima le costó a Kisenosato 73 torneos, más que a nadie desde 1926.
«Lo acepto con toda humildad», afirmó el luchador de 178 kg a los periodistas durante la ceremonia oficial tras su nombramiento por la Japan Sumo Association (JSA).
«Me entregaré por completo e intentaré no deshonrar el título de yokozuna», afirmó, antes de posar para los medios mientras sostenía una dorada gigante (un pez), símbolo tradicional de celebración en Japón.
Este deporte, con más de 2.000 años de antigüedad según los historiadores, vio su reputación manchada por una serie de escándalos en los últimos tiempos: acusaciones de apuestas ilegales, vínculos con los sindicatos del crimen, confiscaciones de drogas y la muerte de un joven luchador maltratado.
En los últimos años, los luchadores japoneses no habían logrado imponerse al auge de los sumotoris extranjeros, principalmente mongoleses, y el país estaba privado de un ‘yokozuna’ local desde la jubilación en 2003 de Takanohana, quien fue nombrado en 1994.
Actualmente hay cuatro «yokozunas», de los cuales tres son mongoles.