«Ante la emergencia, usemos responsablemente WhatsApp y redes sociales. Están circulando muchas cadenas que buscan desinformar al país». De esta forma y a través de su cuenta de Twitter, la Presidenta Michelle Bachelet hizo frente a quienes se han dedicado a difundir noticias falsas relacionadas a los mega incendios que azotan la zona centro-sur de Chile. Desinformación que se ha dado principalmente a través de redes sociales y que ha impulsado al Ministerio Público a nombrar a dos fiscales para investigar delitos previstos en el artículo 268 bis del Código Penal, referidos a la falsa alarma de incendio, emergencia o calamidad.
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Ante la emergencia, usemos responsablemente Whatsapp y redes sociales. Están circulando muchas cadenas que buscan desinformar al país.
— Michelle Bachelet (@mbachelet) January 26, 2017
Los expertos interpretan estos hechos más allá de actos puntuales y los relacionan con el fenómeno discursivo de la posverdad, idea en el que algo que aparenta ser verdad es más importante que la propia verdad. Su uso se remonta, según especialistas, a una columna bloguera escrita por David Robert en 2010, aunque tomó fuerza a partir de la retórica utilizada por Donald Trump durante su campaña y que le permitió, nada menos, que convertirse en el 45º presidente de Estados Unidos.
Este neologismo, en inglés post-truth, fue elegido por el Diccionario de Oxford como la Palabra del Año en 2016.
Post-truth (posverdad): Relativo o referido a circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales.
Pese a la fuerza adquirida por este concepto, la posverdad siempre ha existido a través del engaño y la propaganda, aseguró a Publimetro Eduardo Arriagada, periodista y decano de la Facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). No obstante, explica, en la actualidad se producen dos escenarios que fortalecen esta práctica: «Desconfianza hacia las instituciones, incluidos los medios de comunicación, y la existencia de un sistema de comunicación muy eficiente como las redes sociales», añadió.
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Víctor Herrero, académico de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, ejemplifica esta especie de manipulación en lo elaborado por el más emblemático propagandista del siglo XX, el ministro de Ilustración Pública y Propaganda de la Alemania Nazi, Joseph Goebbels. Famoso por crear, entre otros postulados, la frase «miente, miente, que algo queda».
Esta especie de dogma ha sido practicado transversalmente en campañas políticas, aunque con la llegada de las redes sociales a permitido masificar su aplicación. Al respecto, Herrero precisó que esto es utilizado por personas que pretenden perseguir ciertos objetivos e impulsar agendas propias. «En el caso de la noticia en que mapuche y colombianos eran detenidos por provocar los incendios, claramente hay una intencionalidad de vincular el tema mapuche con Colombia y las Farc», ejemplificó. Esto, según expuso, repercute en una especie de histeria colectiva en la ciudadanía «por hacerle demasiado caso a las redes sociales», lo que se produce al obviar que «son un método de expresión no de información».
«La posverdad es como una burbuja creada por quienes tu sigues», destacó Arriagada. En ese contexto, se desarrolla muy bien la posibilidad de inocular engaños dados los vínculos que se generan. «Por el algoritmo de Facebook, sólo te muestran a la gente con la que habitualmente conversas. Es decir, terminas viendo cosas generales a partir de personas que piensan como tú», dijo.
En este sentido, el decano PUC afirmó que se «logran hacer creíbles hechos que a las personas les gustaría que fuesen verdad y que tienen que ver con emociones, juicios y prejuicios».
«En redes sociales es imposible comprobar la veracidad de los hechos y se puede publicar cualquier ocurrencia o mentir».
«El mentiroso tiene una herramienta en que puede hacer mucho daño. Por ejemplo, los brasileños hablan sobre terremotos y les pagan en los programas de televisión por hacerlo, así que en ese espacio no se va a desmentir lo que dicen», agregó.
Un escenario que ha logrado posicionarse a partir del descrédito y baja credibilidad que padecerían los medios de comunicación tradicionales y que ha transferido estos créditos a las redes sociales. «Uno escucha decir, por ejemplo, la prensa miente. Ha partir de ahí las personas le dan más credibilidad a Internet».
«No es ningún misterio que una parte de la prensa chilena está en manos de empresarios que tienen una ideología conservadora bastante clara y que buscan, en la medida de lo posible, avanzar en su agenda. Eso lo sabe el chileno promedio, saben interpretar de dónde viene esa información», mencionó.
«En redes sociales es imposible comprobar la veracidad de los hechos y se puede publicar cualquier ocurrencia o mentir. Tanto los poderosos como Trump, como gente común, lo utilizan para saltarse los canales informativos normales e ir creando verdades propias», determinó.