El presidente de Brasil, Michel Temer, presentó este lunes dos acciones judiciales contra el magnate de la industria frigorífica JBS por calumnias y daños morales, después que este lo acusara de liderar «la organización criminal más peligrosa del país».
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«Apuntan el dedo hacia otros intentando huir del castigo. Les aviso a los criminales que no saldrán impunes», advirtió Temer en un video poco antes de despegar en Brasilia rumbo a Moscú y Noruega.
En el mensaje, Temer no menciona explícitamente a Joesley Batista, dueño del gigante de la industria frigorífica JBS. Pero mientras el presidente embarcaba hacia su gira internacional para captar inversiones, sus abogados presentaban dos acciones judiciales contra el empresario.
Una de ellas en la esfera penal -por delitos de calumnia, difamación e injuria- y otra en la esfera civil, de resarcimiento económico por «daños morales».
«El dinero será destinado a una institución de caridad», afirmó una fuente de la Presidencia.
Batista desencadenó un sismo político a mediados de mayo al poner a disposición de la justicia una grabación sonora en la cual Temer parece dar el aval para mantener supuestos sobornos a un ex diputado, actualmente en prisión.
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Esa y otras revelaciones llevaron a la Suprema Corte a autorizar la apertura de una investigación contra el presidente por corrupción, organización criminal y obstrucción a la justicia.
En una entrevista publicada el sábado por la revista Época, Batista acusa a Temer de comandar una pandilla criminal integrada por sus colaboradores más cercanos.
«Quienes no están presos están hoy en el palacio presidencial de Planalto. Ese grupo es muy peligroso. Nunca tuve el valor para enfrentarlos», afirmó el empresario de 44 años en su primera entrevista desde que llegó a un acuerdo con la justicia para revelar secretos de cómo funcionaba el esquema de corrupción, a cambio de una reducción de su eventual condena.
La Policía Federal investiga si JBS utilizó información privilegiada para beneficiarse en el mercado con el impacto de las explosivas confesiones de sus ejecutivos.
Desde que estalló el escándalo, los llamados para que Temer renuncie se multiplicaron.
El impopular presidente, de 76 años, niega las acusaciones y rechaza categóricamente dejar el poder.