Un grupo de sobrevivientes de abusos por parte de sacerdotes de los Hermanos Maristas llegó ayer hasta la Nunciatura Apostólica para entregar una carta dirigida al obispo de Malta, Charles Scicluna, en relación con los abusos cometidos por sacerdotes de dicha congregación con el objetivo que ellos también sean escuchados en las indagatorias que se realizan en Chile por pedido del Vaticano.
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Uno de los integrantes de este grupo es Isaac Givovich, el yerno del alcalde Joaquín Lavín, quien en enero de este año se atrevió a desempolvar de su memoria los abusos reiterados que sufrió por parte del «hermano» Adolfo Fuentes, quien lo retiraba de la sala de clases para llevarlo a su oficina o habitación.
«Ha sido muy duro contar lo que me pasó porque viví un proceso de bloqueo, hace cinco meses atrás ni yo me lo creía lo que había vivido», contó a Publimetro el ex alumno del Instituto Alonso de Ercilla de Santiago, el mismo que dejó la carta en la Nunciatura.
Lo que espera de las autoridades, explica Givovich, es que «las conclusiones y recomendaciones de las investigaciones que está llevando el sacerdote saleciano, David Albornoz sean entregadas al Vaticano por parte de las autoridades de la congregación marista». «Porque esperamos que sea el Vaticano quien tome las sanciones correspondientes», agrega.
Pero también hay otra consideración respecto a las pericias que está llevando el sacerdote español Jordi Bertomeu en reemplazo al arzobispo de Malta Charles Scicluna. «Las familias de nuestro colegio son de una clase social media emergente, entonces me llama la atención que el Vaticano haya sólo enviado a investigar abusos que sucedieron en la parroquia de El Bosque». « ¿Por qué el Vaticano solo investiga solo casos del barrio alto, considerando que los abusos sexuales en esta congregación fueron muchos más, hubo muchas más víctimas y hay más religiosos involucrados?», se cuestiona el ex alumno y ahora apoderado del mismo colegio ubicado en la comuna de Santiago.
Hermanos maristas piden perdón
“Nos acercamos a ti, como hermanos, conscientes del daño que un miembro de nuestra congregación te ha ocasionado cuando eras niño”, es la frase con la que se inicia la carta que ayer los Maristas hicieron llegar a Givovich, donde piden perdón y reconocen los abusos que durante tanto tiempo la congregación omitió y silenció.
Gesto que para Givovich es un reflejo de las enseñanzas y los valores que él recibió en el colegio, y que espera que la institución siga entregando porque «la Congregación Marista no es una asociación ilícita como la han tratado de mostrar».
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«Hoy me atrevo a hablar porque vuelvo a sentir el orgullo de sentirme parte de la familia Marista», precisa y, a pesar de que poco a poco despeja los episodios que sucedieron hace 30 años, lo único que espera es que a Adolfo Fuentes se le deje de llamar «hermano».