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Polarizado clima político en Brasil: lo bonito y lo feo de los principales candidatos a la presidencia

Si bien son más de diez los presidenciables, Jair Bolsonaro y Fernando Haddad se han robado la película

Este domingo 7 de octubre los candidatos a la presidencia de Brasil se verán las caras en las urnas en busca de los votos de los 147 millones de ciudadanos, en una de las elecciones más polémicas en años.

Con quien se alzaba como el favorito tras las rejas e imposibilitado de participar, el reemplazante de Luiz Inacio Lula da Silva, Fernando Haddad, con un 22% de intención de voto según la última encuesta de «Datafolha», intenta destronar al puntero, el legislador derechista Jair Bolsonaro, que ostenta el 30%, en medio de una ciudadanía profundamente dividida.

Aunque lo más seguro es que Bolsonaro gane la primera vuelta, el pronóstico para la segunda contienda no le favorecería ante Haddad, quien alcanzaría un 45 por ciento de apoyo, superando el 39 por ciento de Bolsonaro, según la última encuesta.

Por otro lado, los otros doce postulantes, entre los que se encuentran Ciro Gomes, Marina Silva y Geraldo Alckmin, miran de lejos casi sin posibilidades de llegar a segunda vuelta que se celebraría el 28 de octubre de acuerdo con las encuestas.

¿Qué prometen?

Jair Bolsonaro

El ex capitán del Ejército y legislador durante siete periodos, Jair Bolsonaro, ha dado impulso a su campaña sacando provecho de la profunda intranquilidad en Brasil, que vive las secuelas de un escándalo de corrupción y tiene un magro crecimiento luego de una prolongada recesión.

Bolsonaro ha manifestado en repetidas veces nostalgia por la dictadura militar de 1964-1985 y ha prometido darle a la policía permiso de disparar primero y preguntar después.

Es en este contexto que ha convertido el combate a la delincuencia en una pieza central de su campaña. Sus principales propuestas son: fin a la reducción de pena, garantía a la legítima defensa, reducción de la mayoría de edad penal a los 16 años e mayor inversión en tecnología e inteligencia en materia de seguridad.

Cómo candidato de derecha, el ámbito económico no queda fuera de su estrategia y propone privatizar las empresas con pérdida junto con la creación de un único Ministerio de Economía, unificando Hacienda, Planificación e Industria y Comercio.

Aunque cuenta con muchos partidarios, Bolsonaro es una figura muy polémica. Ha sido multado, e incluso enfrentado cargos, por declaraciones peyorativas hacia las mujeres, los negros y los homosexuales, y ha prometido crear un gobierno con líderes y ex líderes militares.

Miles de brasileños salieron a las calles el sábado para protestar contra su candidatura que es particularmente débil entre las mujeres. Las protestas se llevaron a cabo el mismo día en que Bolsonaro fue dado de alta de un hospital luego de ser apuñalado el 6 de septiembre durante un mitin de campaña.

Fernando Haddad

El profesor de ciencias políticas que luego fue ministro de Educación, Fernando Haddad, es poco conocido fuera de Sao Paulo, donde fue alcalde por cuatro años.

A mediados de septiembre fue nombrado como el candidato del ex presidente Lula da Silva por la candidatura del Partido de los Trabajadores (PT). Con el poco tiempo que lleva y tiene hasta las elecciones le ha sido difícil deshacerse del fantasma del ex mandatario.

Haddad ha elogia al gobierno de Lula, prometió recuperar el crecimiento económico y culpó al impopular presidente Michel Temer por la recesión económica de Brasil.

A diferencia de Bolsonaro, el candidato del PT considera que «la política actual de represión de las drogas es errónea, injusta e ineficaz» y propone «examinar las experiencias internacionales (…) de despenalización y regulación del comercio», además de mejorar la política de control de armas y municiones e integrar los servicios de inteligencia. En el tema económico apuesta por interrumpir las privatizaciones y volver a imponer la participación en Petrobras.

En cuanto a la corrupción, el mayor problema que hereda de las figuras de Lula y Dilma Rousseff, promete «una transparencia cada vez mayor y la prevención de la corrupción (…). Sin embargo, el combate contra la corrupción no puede servir para criminalizar la política».

Ambos políticos tienen puntos de vista similares y son amigos, pero para muchos brasileños, son también actores políticos muy diferentes. Mientras Lula es carismático, común y tenía la victoria casi en el bolsillo, Haddad sufrió una aparatosa derrota cuando se postuló a la reelección en 2016, lo que despierta dudas sobre su capacidad para convencer a los votantes.

Por otro lado, sus adversarios utilizan la imagen del encarcelado mandatario para despertar desconfianza en el electorado y lo acusaron de tener planes para indultar al ex presidente si gana los comicios, a las que respondió que no lo haría.

Sin embargo, y de todas formas, el respaldo de Lula le da a Haddad el impulso para llegar a una segunda vuelta según las encuestas.

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