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Follaje al máximo, planes comunales y lista de especies idóneas para plantar: las claves de la Ley Arbolito que se presentará en los próximos días

La Dipres evalúa el costo del proyecto y prontamente ingresará al Congreso. Se creará un reglamento de especies y otro de manejo, y luego cada comuna deberá hacer un catastro y formular su plan.

No fue la agenda de algún ministerio o el programa de gobierno, sino que la simple reflexión en la mente de un niño que colaboró en la última actividad oficial del Día del Árbol quien inspiró a la Ley Arbolito. «Está bien que plantemos arbolitos, pero ahora hay que cuidarlos», recuerda el ministro de Agricultura, Antonio Walker, que le dijo esa voz infantil aquel 28 de junio del año pasado. «Por eso el nombre arbolito», agrega.

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De ahí en más se puso en marcha la redacción de la ley, y pasó por un largo proceso de consultas con distintos actores. Se pensó para principio de marzo, pero luego de recoger las distintas voces, recién ahora el proyecto está listo para salir del horno. Se trata de la primera hoja de ruta para la protección y proyección del parque arbóreo urbano en Chile, y de ahí que el documento cause tanta expectación.

Antonio Walker

Según explica el ministro a Publimetro, la Ley Arbolito «ya está lista» y en estos momentos se afina en la Secretaría General de la Presidencia (Segpres) y la Dirección de Presupuestos (Dipres). Luego de zanjarse el tema presupuestario, se presentará al Congreso entre fines de mayo o inicios de abril.

Hoja de ruta

La idea del proyecto es que cada comuna plante y cuide sus árboles según cada necesidad. Para eso habrá una lista de especies idóneas según zonas o distritos, especificadas según asesoría de la Conaf, y cada municipio deberá establecer un plan de arborización y de manejo. Es decir: cada comuna deberá elegir si les conviene los plátanos orientales, las malias y los álamos, o los quillay, peumos, pataguas o espinos, por decir algunos. 

A eso se sumará que el plan de manejo establecerá cómo deben ser cuidado el parque arbóreo respectivo, además de la tasa de plantación y los sectores donde hacerlo. Primero, eso sí, se exigirá a cada comuna un inventario o catastro de sus árboles.

«El objetivo es terminar con las mutilaciones, las podas, que hacen que afecte la distribución de luz y que los árboles sean puro palo, sin un follaje frondoso», dice Walker. Por eso el proyecto contempla endurecer las penas a quienes dañen un árbol o lo usen como publicidad. Eso, además de reglamentar en el papel «las especies que mejor se adaptan a cada distrito agroclimático, o a cada ciudad». En Santiago, por ejemplo, deberá considerarse el tipo que se adapte mejor a un régimen con largas sequías y breves períodos húmedos.

Una vez hechos los reglamentos sobre especies y manejo, el organismo encargado de velar porque los planes comunales se cumplan y todo no quede en lindas intenciones, será la Conaf. «Es un paso importante para cuidar el arbolado urbano y tener ciudades más felices, más cómodas», dice el ministro, cuya idea en la cabeza son muchos más árboles, que expresen el máximo potencial de sus follajes, multiplicar la sombra y que cambien la estética de la ciudad.

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«El mérito es que nos hemos hecho cargo del tema al fin, aceptamos el desafío, ahora toca llevarlo al Congreso y que se discuta», opina el líder de Agricultura.

Referencial. (MatiasDelacroix/AgenciaUno)

Duro escenario

Muchos antecedentes sobre el parque arbóreo de Santiago no existen. Algunos académicos como el caso del arquitecto de la U. de Santiago, Jonás Figueroa, cifran en entre 2 y 3 millones la cantidad de árboles. Según sus propias investigaciones académicas, cerca del 40% de las especies en la capital están enfermas, viejas o secas. Y es más, debido a la falta de políticas de arborización, se requeriría de plantar unos 600 mil árboles por año para suplir el déficit y el recambio pronto.

Figueroa, en su posición de investigador y activista de los árboles, plantea que son muchos los desafíos que aún debe abordar la ley. «Necesitamos establecer el árbol como patrimonio, una ley del medio arbóreo similar a la de los países desarrollados. Lo ideal son dos árboles por habitante de la ciudad. No lo digo yo, sino que otras ciudades como Porto Alegre que sí lo consiguen», señala Figueroa.

Dentro de los aspectos técnicos, al experto le gustaría que la ley contemplara exigencias para los proyectos inmobiliarios, por ejemplo. «Un departamento, un árbol», dice. Eso, además de establecer que los parques tengan un mínimo de porcentaje arbóreo -específicamente de hoja perenne-, y no grandes zonas de pasto, juegos y bandejones.

«Sería bueno que también tocara a los cerros, y esclarecer si va a existir un plan de reposición anual de árboles». De hecho, el último estudio de 2019 de Figueroa da cuenta que los principales pulmones verdes de Santiago están en su ocaso. Y es que parques como el O’Higgins, el Intercomunal de La Reina y el Cerro San Cristóbal, han disminuido su masa arbórea un 20% en los últimos 20 años.

 

 

 

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