Conmoción hubo en las redes sociales por la respuesta que la Real Academia Española, RAE, diera este martes a una consulta: que «elle» fue sumada como pronombre a su Observatorio de Palabras, con la salvedad de que «su uso no está generalizado ni asentado».
PUBLICIDAD
«El pronombre ‘elle’ es un recurso creado y promovido en determinados ámbitos para aludir a quienes puedan no sentirse identificados con ninguno de los géneros tradicionalmente existentes», agregó la RAE.
Que esa expresión llegue al Observatorio de Palabras constata un hecho en el plano del denominado lenguaje inclusivo. Pero esa palabra no se encuentra en el diccionario como pronombre, aunque bien podría estar en algún momento… o quizás no.
«Para ser rigurosos, hay que precisar que «elle» sí está en el diccionario, pero como sustantivo. Es el dígrafo (dos letras que representan un sólo sonido) que indica a la doble ele», señala el periodista, académico universitario y escritor Héctor Velis-Meza.
El hombre de las letras añade que «si la RAE la reconoce como pronombre, hay dos opciones en el diccionario: que a la palabra «elle» se le sume una nueva entrada, o que, a la que ya existe, se le agregue una nueva acepción».
El especialista explica que «usar «elle» como pronombre se refiere al lenguaje inclusivo, nada tiene que ver con el machismo o el feminismo. Pero dadas las características de la sociedad, no sé si se le va a aceptar. Y esto lo enlazo con que no creo que las redes sociales sean la opinión del público. Si así fuera, por ejemplo, el Rechazo debió sacar muchos más votos en el Plebiscito Constitucional».
«Este es un tema atractivo y no me molesta. Me rijo por la RAE. No soy un conservador ni un fundamentalista del lenguaje y, dependiendo del contexto, usaría «elle». Empleo el lenguaje inclusivo, no estoy en contra, pero siempre de acuerdo a la RAE y por respeto. Mi pregunta es si «elle» va a ser una palabra utilizada habitualmente por las personas», agrega.
PUBLICIDAD
Héctor Velis-Meza sostiene que «siempre he sostenido que el lenguaje es algo vivo que hace la gente, por ello y sólo con el tiempo veremos si la RAE incluye a «elle» como pronombre en su diccionario».
«UNA DERROTA AL ESPÍRITU DE LA RAE»
Nibaldo Cáceres, director de la Escuela de de Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano dice con energía que esta determinación de la RAE respecto de la palabra «elle» como pronombre «es una señal tardía, aunque esperanzadora, pues hasta hace poco la propia RAE se oponía a la integración de la letra e como marca de género inclusivo en la morfología del español, argumentando que no aceptaba presiones de ciertos grupos. Un argumento poco inteligente, dado que la RAE es un organismo de imposición».
El profesor sostiene que «sin duda esto es un triunfo del lenguaje inclusivo. Es un paso adelante en la lucha reivindicativa de las identidades de género. También indica que el lenguaje, como el pensamiento, tiene vida propia. Y ambos son un binomio difícil de separar. A partir de ello es que se dice que el lenguaje construye realidad y, en ello, hay que incluir a la cultura, a los derechos civiles y a los derechos humanos».
Finalmente, el académico de la UAHC recalca que «la lengua es como un territorio, en que se dan diversas luchas. Y pese a que esto no implica la victoria final, sí es una derrota para el espíritu de la RAE, que es apropiarse de un idioma. Y eso, de verdad, no es posible».
OTRAS POLÉMICAS Y CHILENISMOS VARIOS
En 2010, la RAE instauró la norma de quitarle la tilde a las palabras «sólo» y «éste», dejándolas en «solo» y «este» para todas sus definiciones. Algo que no gustó a todos, por la fuerza de la costumbre y porque consideraban que la regla anterior era muy clara y fácil de entender.
También hubo revuelo, especialmente en España, cuando la RAE dio por válido el uso de la palabra «iros» como imperativo de «irse».
Otro caso. La comunidad gitana peleó mucho tiempo para que fuera eliminada la quinta acepción que los definía hasta antes de la 23ª edición, de 2014.
En ese año fue excluida la palabra «trapacero» como vínculo a «gitano» y «gitana», en el sentido de quien «con astucias, falsedad y mentiras procura engañar a alguien en un asunto».
Respecto de los chilenismos, hay varios que ya ha reconocido la RAE.
Por ejemplo, entre ellos se cuentan «condoro» (torpeza grave y vergonzosa), «amononar» (arreglar con esmero), «sapear» (vigilar disimuladamente), «charcha» (en lenguaje juvenil, cosa de mala calidad), «pituto» (trabajo ocasional, económicamente conveniente, que se simultánea con uno estable y que carece de contrato oficial), «copuchento» (mentiroso, que propala noticias exageradas, que abulta las cosas), «colorín» (pelirrojo), «fome» (aburrido, sin gracia) y «cuico» (forastero, que es o viene de fuera).