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Cecilia Heyder y su lucha por la eutanasia: “Yo amo la vida, pero ya no estoy viviendo”

Cecilia Heyder se sumó hace un par de años a la demanda de una “muerte digna”. Sufre cáncer, lupus y un trastorno sanguíneo.

Hace meses que a Cecilia Heyder le enseñaron a inyectarse. Y hoy, dado el progreso de sus dolencias, se suministra morfina cada seis horas. Ya no va a marchas, no participa de “funas”, ni sale a “pelear con los ‘pacos’”, como tanto le gusta. Está “encerrada”, pasa el día acostada, pendiente de si viene alguna hemorragia para correr al hospital y sueña con que la “virgencita de las barricadas” le cumpla su deseo, poder acceder a una muerte asistida. 

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“Yo amo la vida, pero ya no estoy viviendo. Qué me espera acá encerrada. A duras penas camino, ya no salgo. Esto para mí ya no es vida”, cuenta, al tiempo que recuerda que el proyecto de la eutanasia no obliga a nadie a someterse a ella. “Esto es un acto de amor, de piedad”, asegura. 

Ayer siguió atenta la discusión de los diputados, y si bien celebra que la religión no haya sido tan protagonista, lamenta que muchos estén “tan mal informados”. Y se muestra disponible a responder a todas las dudas que tengan los diputados antes de la votación. 

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A los mismos, además, les pide tener en cuenta que en varios recintos asistenciales la eutanasia ya se practica, pero en su mayoría sólo para quienes tienen más recursos. En el mismo sentido, asegura que los cuidados paliativos que tanto mencionan ciertos sectores no son tales, pues sólo habría disponibilidad para pacientes oncológicos. En su caso, para tener acceso, tuvo que recurrir a la Corte Suprema y, recién ahí, pudo obtener transfusiones dos veces a la semana. 

De todas maneras, aclara, esos tratamientos, “no me sirven de nada. Ya estoy así”. 

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