La matanza de 1.428 delfines de lados blancos reaviva un fuerte debate en las pequeñas islas Feroe. Es parte de una tradición centenaria donde arrean mamíferos acuáticos a aguas de playa donde los sacrifican para obtener su carne y grasa.
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La cacería en las islas del Atlántico norte no es comercial y tiene autorización. Sin embargo, los activistas ambientales la critican por su crueldad. Algunos pobladores de las Feroe que defienden la cacería dicen que esta vez atraerá atención indeseada. Fue más grande que las anteriores y aparentemente no tuvo organización.
Heri Petersen es jefe de un grupo que impulsa ballenas piloto hacia la orilla de la isla de Eysturoy, donde se realizó la matanza el sábado. El hombre dijo que no se le informó del hecho, del cual se “distanció enérgicamente”.
La versión de los responsables de la matanza de delfines
Petersen dijo al sitio web de noticias in.fo. que eran demasiados delfines y poca gente en la playa para sacrificarlos.
Los isleños matan anualmente unos 1.000 mamíferos marinos, según datos de las islas Feroe. El año pasado hubo apenas 35 delfines de costados blancos.
Olavur Sjurdarberg, presidente de la Asociación de Caza de Ballenas Piloto, teme que se reavive la discusión. Y que ello sea negativo para la antigua tradición de las 18 islas rocosas situadas a medio camino entre Islandia y Escocia. Son parte semiautónoma del reino de Dinamarca.
Los delfines de costados blancos y las ballenas piloto no son especies en peligro de extinción.
Cada año, los isleños los arrean hacia aguas playas donde los matan a cuchillazos. Luego, la carne y la grasa se distribuyen a la población.