Mañana se cumplen exactamente diez años desde que Universidad de Chile consiguió el mayor logro de su historia, la Copa Sudamericana 2011. Con Jorge Sampaoli en el banco, el club vivió su época más gloriosa, para luego entrar en una década de franco declive.
Desde entonces, Azul Azul se ha dedicado a buscar por el continente al nuevo casildense, como si existiera otro, inflando cada proyecto “revolucionario” para pincharlo a los pocos meses. La institución todavía no puede sacudirse de su fantasma y la única tendencia que se ha mantenido en el tiempo es la de cambiar rápido al DT de turno.
La concesionaria “laica” empezó apostando por un perfil parecido, con el “bielsista” Darío Franco y, más tarde, fue por el ayudante de “Don Sampa”, Sebastián Beccacece, pese a su escasa experiencia como técnico. Entremedio, estuvo Martín Lasarte, quien ya manifestaba la incomodidad que se generaba en el estadio cuando su equipo circulaba la pelota, en vez de atacar desmedidamente.
Ángel Hoyos, supuestamente, jugaba “igual que Sampaoli, incluso más ultraofensivo”, según advirtió su exdirigido Carlos Lampe a Emol, mientras que Frank Kudelka llegó con el cartel de “soy semejante a Bielsa, a Sampaoli”, como anticipó él mismo a La Tercera. Obviamente, ninguno llenó las altas expectativas de los hinchas.
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El uruguayo Alfredo Arias, bautizado desde el Emelec como el “Nuevo Sampaoli” por su otrora presidente en este medio, y el venezolano Rafael Dudamel, “sumamente estudioso” de acuerdo a la presentación de Rodrigo Goldberg, tampoco estuvieron a la altura. Muy por el contrario, sus experimentos casi terminan con los azules en la “B”.
Un decenio después, la “U” apuesta por otra “revolución”, ahora encabezada gerencialmente por el ecuatoriano Luis Roggiero, y técnicamente por el colombiano Santiago Escobar, quien llega en medio de abundantes elogios. ¿Le tendrán paciencia o será una nueva víctima de la “trituradora azul”?