Yamila Reyna reconoció este miércoles que a poco más de tres meses de haberse realizado una intervención quirúrgica para reemplazar sus implantes mamarios, de 440 a 300 centímetros cúbicos, fue una decisión que le ha significado una evidente mejora en su salud.
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En entrevista con lun.com fue que la argentina, futura panelista del nuevo programa de TVN que conducirá Margot Kahl, recordó los problemas físicos que le significó tener implantes que en su conjunto sumaban cerca de 900 gramos adicionales a su cuerpo.
“Estoy feliz, me siento muy cómoda con el tamaño (de sus nuevos implantes). Me siento cómoda en el espejo, con mi pareja (el arquero de Antofagasta, Diego Sánchez). Antes no tenía esa misma seguridad. En la intimidad yo no estaba cómoda. Ahora sí”, reconoce la argentina, quien cuenta los días para que lleguen días más calurosos para poder testimoniar con mayor relajo su nueva figura.
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“Yo sólo quiero que llegue el calor para ponerme poleritas, y usar cosas son sostén. Me siento más cómoda, también más delgada”, agrega.
La mejoría de Yamila Reyna
Respecto de las mejoras que ha visto en su salud, Yamila explica que ellas están asociadas a una mejor postura corporal y a tener menos dolores de espalda.
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“Antes sufría mucho con mi espalda. El peso de las mamas era harto. Imagínate, eran 440 gramos en cada lado. Y si a eso le añadimos el peso del encapsulamiento que mi cuerpo generó en torno a las prótesis, fácilmente era mucho más. Yo vi eso, era como una membrana, de dos centímetros de espesor, eso también pesa. Por todo eso mi espalda sufría un montón”, cuenta, al paso que revela todos los inconvenientes que padeció antes de realizarse la cirugía.
Cuando me operé, lo primero que hice fue levantarme al baño y apenas me paré sentí alivio. Me sentía más liviana. Fue como sacarse una mochila de la espalda.
— Yamila Reyna
“Con decirte que mi pololo me tenía que poner una máquina que usan los deportistas para el dolor. Él me la ponía en la espalda porque eran dolores insoportables. Yo vivía haciéndome masajes. Los sostenes me destruían la espalda y los hombros, porque claro, al sostener tanto peso, todo eso se resiente”, recuerda.
Su ostensible mejoría la resume en que ahora se siente anímicamente mejor que antes.
“Cuando me operé, lo primero que hice fue levantarme al baño y apenas me paré sentí alivio. Me sentía más liviana. Fue como sacarse una mochila de la espalda. Y te juro que me dieron ganas de llorar porque sentía alivio. Me dije: ‘¡Por fin! ¡Por fin!’. Yo había ido al médico muchas veces por mis dolores de espalda, pensaba que tenía problemas ahí, pero no, era sólo el peso. Entonces, hoy sentir la libertad que siento, no tiene precio”, finalizó.