Este domingo en “De tú a tú”, Martín visitó al gimnasta Tomás González, quien se confesó íntimamente, desde su vida profesional, hasta la amorosa. Junto con presentarle al animador su perro, una pug de 6 años llamada Frida, el deportista le mostró su departamento de dos pisos, incluyendo un bar móvil que atesora y una pequeña cava de vinos. “En pandemia aprendí algo de mixología, de aburrido, para pasar el rato”, contó, y le enseñó a Martín a preparar su trago favorito, el negroni.
PUBLICIDAD
Según reveló Tomás, durante 11 años fue parte de un programa antidoping para deportistas, lo que significaba que en cualquier momento podían golpear su puerta y pedirle un examen de orina sin aviso. “Vinieron muchas veces. Es todo un protocolo. Uno se pone frente al WC, debe subirse la polera y bajarse el pantalón a la rodilla y este agente que mandan tiene que estar al lado viéndote orinar. Tiene que ver que uno no meta algo al vaso”, contó sobre el procedimiento.
Nacido en Santiago como el tercero de cuatro hermanos, Tomás es hijo de un diseñador gráfico y una profesora de gimnasia. “Para mí ambos son mis referentes. En mi carrera siempre han sido mi gran soporte, yo siempre agradezco que nunca me obligaron a practicar gimnasia de alto rendimiento sino que simplemente me apoyaron”, indicó acerca de sus padres.
El costo de la gimnasia
El costo social de dedicarse a una disciplina como la gimnasia se hizo sentir rápido. “En el colegio la jornada era en la tarde entonces mis horas de clases eran las horas de refuerzo en la mañana. Me cambiaron las horas de clases para poder entrenar, iba a clases solo. Y me fui acostumbrando a esa soledad. Yo creo que me costaba harto socializar con mis compañeros, yo no era de muchos amigos”, manifestó, agregando que siempre se sintió distinto a los demás por eso mismo.
“Es difícil dedicarse desde chico a algo que ocupa tanto tiempo, siempre me sentí un poco diferente. Había cada vez más exigencias e iba dejando cosas de lado (...) Yo era inseguro porque no era el modelo clásico de un adolescente. Yo no estaba ni ahí con jugar a la pelota, era gimnasta, un deporte raro que se asocia a las mujeres. En la adolescencia traté de practicar skate para calzar con mis pares y ser popular, sentirme bacán, pertenecer a algo”, recordó.
Por esa época se inició su etapa más compleja, cuando tras perder a su entrenador Evgeny Belov, quien le enseñó todo lo que sabe, pasó 5 años dudando en si seguir en la gimnasia. “Todo lo que había avanzado me estanqué y veía cómo mis compañeros de otros países seguían avanzando, y yo me quedé ahí. Ese período fue súper complicado para mí, tomar la decisión de seguir o no seguir, porque la sociedad te exige tener una carrera universitaria. Me preguntaban qué hacía, yo decía ‘Soy gimnasta’ y me decían ‘Ya, pero ¿qué vas a hacer de verdad?’”, recordó.
PUBLICIDAD
Además, confesó que por esa época lloró alguna vez de frustración. “Pero siempre solo, porque no me gusta andar llorando por la vida. Soy malo para quejarme frente a otras personas. En mi familia no somos de exponer tanto las emociones”, indicó.
Desorientado y frustrado por la falta de apoyo, al salir del colegio entró a la universidad a estudiar agronomía, y luego se cambió a kinesiología. Todo empezó a mejorar cuando, tras un par de buenas experiencias en competencias de gimnasia, y obtener un nuevo entrenador, el cubano Yoel Gutiérrez, retomó el rumbo del deporte. Todo su esfuerzo se coronó finalmente cuando llegó a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde obtuvo el cuarto lugar.
Sin embargo, aunque demorara, no abandonó su carrera. “En total estudié 10 años pero congelé 4, congelaba 2 años para prepararme antes de cada Juego Olímpico. Ahora me titulé, hice las prácticas profesionales y todo”, contó el deportista y kinesiólogo.
Acerca de su momento actual, como participante del programa “Aquí se baila” y nuevo integrante de Deportes 13, donde comentará los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Santiago 2023 en octubre próximo, Tomás asegura que se encuentra en una etapa completamente diferente en su vida, ya que se considera totalmente retirado del deporte olímpico.
“Se murió ese Tomás de alto rendimiento, ya no va a volver, quedó atrás. Tengo una sensación como de luto, de que muere una parte de mi vida. Pero me estoy dando el tiempo de incursionar en cosas distintas y además tengo la suerte de tener mi escuela. Es mi gran logro”, sostuvo sobre la institución que fundó en 2016 y que tiene una sede en Santiago y otra en Llanquihue.