Jorge Mandiola (26 años) y Camila Quiñones (25) llevaban cinco años de pololeo y desde 2020 planeaban su viaje a Perú. Y así como organizaron esta aventura, también tenían claros planes a futuro: en unos meses se proyectaban viviendo juntos, mientras que él, profesor de inglés, se embarcaría en un crucero para explorar el mundo antes de trabajar en una sala de clases.
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Sin embargo, el destino les jugó una mala pasada, al volverse parte de las víctimas fatales que dejó un accidente aéreo de la línea Aero Santos, en las cercanías de la ciudad de Nazca.
La avioneta en la que se trasladaban se precipitó cerca del aeródromo María Reiche, dejando a cinco tripulantes -dentro de los que se encuentran los pololos-, al copiloto y al piloto muertos.
A dos días del accidente, los amigos de Jorge y Camila recuerdan a la pareja y el momento en que se enteraron del trágico suceso.
Facundo Troncoso era el mejor amigo de Jorge desde cuarto básico, año en que se conocieron en el Colegio República Alemana Federal de La Cisterna. En entrevista con Las Últimas Noticias, asegura que el viaje de su amigo estaba “completamente organizado”, por lo que su muerte en un accidente aéreo fue sorpresivo e impactante.
“Ellos llegaron a Lima y desde ahí empezarían a recorrer. Lo que pasó fue que nadie sabía que iban a tomar un avión, porque tenían estipulado moverse solo por vía terrestre”, precisó.
El joven cree que les ofrecieron ver los geoglifos de Nazca desde un avión, ya que en un principio no lo tenían planeado.
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“Debieron pensar que si se lo ofrecen a todos esto es seguro, pero uno nunca sabe con estas empresas y cómo pueden funcionar”, se lamenta.
Troncoso relata que su amigo, profesor de inglés, se encontraba próximo a cumplir un importante sueño: trabajar de bartender en un crucero que saldría de Estados Unidos. “Primero quería conocer el mundo y después mostrar su experiencia a los alumnos en la sala de clases”, recordó a LUN.
Bastián Alarcón es otro amigo de la época escolar de Jorge, y con quien también realizó varios emprendimientos en el último año para tener ingresos extra. “Siempre fue un tipo muy caballero y responsable”, asegura.
“Era un hombre que tenía la clave de la vida. Era muy genial en todo sentido y quizá por eso no está en este mundo. Es la mejor persona que he conocido y recordaré por siempre que fuera un amante de la vida y las aventuras”, añadió.
Camila, por su parte, fue recordada por su compañera de cinco años de la carrera de Fonoaudiología, Deborah Bravo, como “una niña muy cercana a su familia, tranquila y sociable”. Una persona que “siempre estaba alegre” y que tenía muchos planes de vida, entre estos el viaje a Perú que tanto esperaba.
Hoy, las familias de la pareja se encuentran juntando dinero para poder viajar hasta Nazca para retirar los cuerpos de Jorge y Camila, y traerlos de vuelta a nuestro país.
