Mucho se habla de la inclusión laboral en Chile, pero la verdad es que no es fácil insertarse en el mundo del trabajo para quienes tienen alguna discapacidad. Y ademas los sueldos que les pagan son muy bajos.
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Eso refleja un estudio de la Fundación Chilena para la Discapacidad, basado en ofertas de la Bolsa Nacional de Empleo (BNE) entre enero y junio de este año.
Fueron publicadas 32.096 propuestas laborales en el primer semestre de 2022 bajo la Ley 21.015, promulgada el 29 de mayo de 2017 y que incentiva la inclusión en el trabajo de personas con discapacidad.
Y representaron solo el 13,5% del total de lo ofertado
Sobre los ingresos, el 4,26% ofreció menos de $380.00, cuando desde el pasado 1 de agosto el sueldo mínimo es de $400.00.
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Entre $380.000 y $450.000 las propuestas fueron el 29,85%; de $450.001 a $600.000, el 26,14%; de $600.001 a $750.000, el 12,84%; de $750.001 a $900.000, el 7,63%; de $900.001 a $1.050.000, el 5,85%, y de $1.050.001 a $1.200.00, el 4,98%.
Sólo el 1,4% de las publicaciones de la BNE para este grupo de chilenos y chilenas fue por $2.100.001 o más.
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DIFICULTADES PARA SALIR DEL CÍRCULO DE POBREZA
“Las personas en situación de discapacidad reciben, en su mayoría, sueldos muy bajos. Esto dificulta salir del círculo de pobreza que genera la discapacidad. En Chile, esa condición te hace ser más pobre, pues hay más gastos en médicos, remedios y transporte, por ejemplo, si se compara con quienes no tienen discapacidad. Y más encima si se trabaja, te pagan poco”, dijo Matías Poblete, presidente de la Fundación Chilena para la Discapacidad
“Por eso hay que avanzar en otorgar mayor calificación laboral a quienes representamos, para que puedan optar a mejores trabajos. Y eso es labor de las empresas, pues hay gente en situación de discapacidad muy preparada, capacitada para optar a mejores ocupaciones y, consecuentemente, a ingresos mayores”, añadió.
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El estudio también informó que el 53% de los trabajos en la BNE para personas con discapacidad era con contrato a plazo fijo, y un 30% era indefinido. Ademas, el 41% de las ofertas era con jornada completa, solo el 3,6% era de forma parcial, el 3% correspondía a reemplazo y el 97% era presencial.
A nivel de formación, los oficios llevaban la delantera, con un 52%, mientras que se pedía una carrera técnica en el 26%. Y el requisito de contar con estudios profesionales era para el 23% de las propuestas.
Y la mayoría de las empresas oferentes eran del sector privado, un 85%, lo que deja en un mal pie al Estado.