Hoy es el Día Mundial del Sueño, fecha instaurada en 2008 por la Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM) para llamar la atención sobre distintos problemas vinculados al descanso nocturno, que de acuerdo a la OMS afectan a cerca del 40% de la población mundial.
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El lema de la conmemoración de este año es “El sueño es esencial para la salud”, punto que remarca Vivian Wanner, neuróloga especialista en trastornos del sueño del Centro de Especialidades Neurológicas Avanzadas.
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“Debido a la pandemia de coronavirus se manifestaron trastornos del sueño en muchas personas, y por lo mismo hubo más difusión sobre la existencia de médicos abocados a esta área. Antes nos derivaban pacientes, y ahora llegan de forma espontánea. Esto no se arregla solo tomando pastillas, se requiere de un tratamiento”, señaló la doctora.
Sobre la noción popular de que hay que dormir ocho horas, Vivian Wanner explicó que “la gran mayoría de los adultos debería hacerlo de 7 a 9 horas, pero como somos distintos hay “dormidores” cortos y largos, según la genética de cada uno, aunque esos son grupos menores. En todo caso, si se duerme poco o mucho hay que buscar las razones de ello, porque puede haber un trastorno”.
Otro mito dice que los jóvenes duermen más que los mayores, lo que no es tan así.
“Es cierto que los requerimientos de sueño van disminuyendo a medida que vamos envejeciendo. Pero a los adolescentes se les retrasa su fase de sueño pues de forma natural la melatonina, la hormona que controla el ciclo diario de sueño, empieza a ser secretada más tarde, lo que también es potenciado por los hábitos. Por eso pueden estar de fiesta hasta tarde y luego despiertan tras el almuerzo. Y no es que el adulto mayor duerma menos, sino que en él aumenta el riesgo de padecer enfermedades en relación al sueño, que en esa edad es de peor calidad y menos profundo”, precisó la especialista.
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Además, puntualizó que “la siesta no es para recuperar el sueño perdido en la noche. Sirve para aumentar el nivel de alerta y de atención, y debería ser corta, de un máximo media hora para no llegar al sueño profundo, ya que una siesta larga puede dificultar el descaso nocturno que viene. Y aunque es difícil seguir esta recomendación, ojalá sea tomada antes de las tres de la tarde”.
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FACTORES QUE AFECTAN AL BUEN DESCANSO
Vivian Wanner se refirió además a cómo perjudica a un buen dormir el hábito de estar conectados de noche a diversas pantallas.
“La exposición a todo tipo de pantallas electrónicas afecta al sincronizador del reloj biológico, la ya mencionada melatonina, que es muy sensible a la luz, especialmente a la de tonalidad azul que emiten esos aparatos y que bloquea la secreción de esa hormona. Por eso se pide que las personas se desconecten al menos dos horas antes de que se vayan a acostar, lo que claramente y dada la realidad es algo prácticamente imposible de lograr”, dijo la doctora
Y sobre la manera en la que influye la alimentación, Vivian Wanner dijo que “hay productos que ayudan y otros que no a tener un buen descanso. Entre los primeros están los lácteos, las frutas, los frutos secos, la palta y el atún. También cooperan los ricos en fibra. Y entre los que empeoran la calidad del sueño están los estimulantes en base a cafeína (bebidas cola y energéticas, el café, el té y el mate), los ricos en grasas saturadas y en azúcares refinadas, y el alcohol. Hay que comer liviano al menos dos horas antes de acostarse”.
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EL POLÉMICO CAMBIO DE HORA
El próximo sábado 1 de abril empezará a regir el horario de invierno en todo el país, salvo en la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, donde seguirá durante todo el año el de verano.
En poco más de dos semanas, los relojes deben ser retrasados desde las 00:00 a las 23:00 horas, lo que nos instalará en la modalidad de invierno, que se extenderá hasta el segundo fin de semana de septiembre, cuando será retomado el horario de verano.
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La costumbre de cambiar la hora surgió debido a la gran sequía de 1968, y se suponía que era una medida temporal para ahorrar energía eléctrica. Pero siguió y son varias las contras que tiene.
“En Chile debería regir siempre el horario de invierno, porque es el que mejor se sincroniza con nuestro reloj biológico dado que con él las mañanas son más luminosas, lo que ayuda a despertar al cerebro”, puntualizó la doctora Vivian Wanner.
La especialista añadió que “es claro que a la gente no le gusta el horario de invierno, pero lo que se echa de menos es la luminosidad y el calor del verano. Sin embargo, lo cierto es que ya no es válida la razón que se dio para justificar esta modificación”.
La neuróloga explicó que “hay una postura a nivel mundial de las sociedades científicas para no cambiar los horarios estacionales, pues al hacerlo se altera el sueño y descompensa mucho la gente de los extremos de la vida, los niños y los adultos mayores. El reloj biológico puede tardar meses en quedar sincronizado de nuevo, y más encima meses después volvemos al horario previo, lo que hace que de nuevo se sientan mal”.
La doctora Vivian Wanner detalló las consecuencias que traen estas modificaciones en el reloj.
“Hay alteraciones del ánimo, inflamaciones crónicas, aumento de suicidios, más riesgo de enfermedades cardiocerebrovasculares, alza de muertes por accidentes del tránsito, más errores médicos y más depresión. El horario de verano no corresponde a la fisiología, y el de invierno es favorable para la salud porque se alinea con nuestro reloj biológico interno”.