Una simpática, confiable y robusta camioneta fue la reina absoluta para quienes querían emprender en nuestro país durante más de 20 años. Llegando a fabricarse en la planta de General Motors Arica en gran cantidad debido a su éxito comercial.
En el vasto panorama automovilístico chileno, pocos vehículos han dejado una marca tan profunda como la Chevrolet LUV. Desde su introducción en el mercado nacional, esta icónica camioneta conquistó los corazones de los chilenos con su combinación de durabilidad, versatilidad y capacidad de adaptación a las demandas cambiantes de la sociedad y la economía. La historia de la Chevrolet LUV en Chile es una historia de confianza, innovación y evolución.
La primera generación desarrollada y producida por Isuzu en Japón se presentó en nuestro país en 1975. Su nombre LUV provenía de la abreviatura de “Light Utility Vehicle”, dando a entender que su intención era ser un medio de transporte honesto y fácil de mantener. Si bien en un inicio todas las unidades eran importadas desde Asia con motor 1.6 litros aspirado, pronto la filial local comenzó con los esfuerzos para traer la producción hacia nuestras tierras.
Con el desarrollo de la segunda generación a fines de la década de los 70, la decisión de fabricarla en Chile ya estaba tomada, por lo que desde mediados de 1980 la LUV comienza su ensamblaje en la planta de Arica, polo industrial para la fabricación de vehículos en Chile, donde llegaron a instalarse más de 20 fabricantes distintos.
La segunda generación de la LUV apuntaba a la masividad gracias a la producción local, lo que nutrió la gama con 7 versiones con motores 1.6, 2.0 y 2.3. Siendo las dos primeras mecánicas únicamente de tracción simple, mientras que la versión de mayor potencia podía tener tracción en las cuatro ruedas.
Sin embargo, la LUV revolucionó al mercado chileno con la tercera generación, que en 1989 sumaba seguridad, confort y una gama de mecánicas que eliminaba la opción intermedia, pudiendo adquirirse con motores 1.6 y 2.3 litros. Adicionalmente se sumó un motor V6 de 3.2 litros de cilindrada, que la posicionaba como una de las camionetas compactas más potentes del mercado. Su configuración además podía ser de cabina simple, cabina extendida y doble cabina, abarcando un abanico más amplio de usuarios que la elegían para los usos más variados.
El rediseño de media vida de esta camioneta a fines de los años 90 renovó por completo el frontal y añadió una opción de mecánica diésel y nuevas opciones de carrocería, como la poco común LUV Work, con caja de carga separada, más similar a la de un camión.
Junto a ello, una variante de pasajeros que conservaba la distancia entre ejes y las puertas de la versión doble cabina podía llevar hasta 7 pasajeros en 3 filas de asientos. La LUV Wagon había nacido y Chile era clave para el desarrollo de ese producto, que difería de los otros SUV de pasajeros basados en dicha plataforma para otros mercados, como el Isuzu Amigo o el Isuzu Rodeo.
Con el cambio de milenio, la LUV continuó sumando equipamiento, mientras su edad ya comenzaba a dar señales de necesitar una renovación generacional. Es aquí donde su relevo natural, desarrollada por General Motors para venderse con dos enfoques distintos según los mercados a los que apuntara tomaría forma.
El proyecto D-Max sería vendido por Chevrolet e Isuzu de forma simultánea, incluyendo una variante enfocada en el mercado americano, con la cual todos los paneles de puertas e interior serían compartidos, pero con cambios estéticos y mecánicos para encajar en su propio posicionamiento.
Es aquí donde también nace la Chevrolet Colorado, que literalmente era idéntica a la D-Max, pero con mecánicas enfocadas en el gusto del consumidor yankee, además de una estética exterior similar a la Silverado de aquella época.
La nueva D-Max también comienza a ser fabricada en la planta de Arica, usando el nombre LUV D-Max para comenzar este proceso de transición hacia una nueva generación de camionetas.
Este modelo gozó de gran éxito comercial, hasta que su producción finalizó el año 2008, cuando la competitividad de la industria productiva chilena fue decayendo ante los vehículos fabricados en otros continentes.
En la actualidad, la familia D-Max y Colorado fueron unificadas en un solo modelo, que conservó este último nombre, el cual se posicionó como un relevo natural de LUV, que ya no tenía cabida como Vehículo Utilitario Liviano ante el crecimiento del modelo.