La adaptación de El Eternauta en Netflix no se limita a contar una historia de ciencia ficción con trasfondo político. También funciona como un homenaje visual a la industria automotriz argentina. En medio de la nevada mortal que paraliza Buenos Aires, una galería de autos clásicos recorre la pantalla como personajes secundarios con pasado y personalidad.
La elección de estos modelos no es casual. Cada uno representa un fragmento de la identidad trasandina, tanto por su uso popular como por su fabricación local. En una Argentina postindustrial congelada por la catástrofe, los autos antiguos funcionan como vestigios de una era anterior.
IKA Estanciera (1957–1970): la pionera de los SUV argentinos
El primer vehículo que aparece en la serie es una IKA Estanciera, abriéndose paso en una ciudad silenciosa y nevada. Fabricada por Industrias Kaiser Argentina, era la versión local del Willys Jeep Station Wagon. Se trató de uno de los primeros SUV argentinos, con tracción integral y diseño robusto.
Su apodo de “la rural argentina” refleja su versatilidad y uso extendido en el ámbito familiar y productivo. En la serie, representa la autonomía, la resistencia y el espíritu emprendedor que caracteriza al protagonista Juan Salvo.

Ford Falcon (1963–1991): el auto de todos
Otro de los vehículos con fuerte carga simbólica es el Ford Falcon, que aparece en su versión rural. Fabricado en General Pacheco, el Falcon se convirtió en un clásico argentino por su confiabilidad y durabilidad. Fue taxi, patrullero de la policía y auto familiar.
Su aparición en la serie tiene resonancias políticas y sociales. En palabras del medio Los Andes, el Falcon “representa la resistencia de una clase media golpeada”, especialmente en contextos de crisis.

Torino (1966–1981): diseño europeo con corazón argentino
El IKA-Renault Torino, diseñado por Pininfarina y producido en Córdoba, fue el auto que demostró que Argentina podía fabricar modelos de alta gama. Su presencia en El Eternauta es sutil pero significativa: aparece en afiches promocionales como un guiño al orgullo nacional por la industria automotriz.
“El Torino fue un punto de inflexión para la industria nacional”, señala Los Andes, destacando su protagonismo en carreras y su estatus aspiracional.

Ford Taunus (1974–1984): elegancia y resistencia
El Ford Taunus, con su silueta fastback y estética de los 70, fue otro modelo producido en Argentina. Su aparición en la serie refuerza la ambientación de una ciudad atrapada en su rutina diaria. Con mecánica alemana adaptada al mercado local, el Taunus combinaba estilo y robustez.

Peugeot 404 (1962–1980): el emblema de la clase trabajadora
Fabricado por Safrar en Argentina, el Peugeot 404 fue uno de los modelos más queridos por taxistas y viajantes. Su diseño sobrio y confiable se asoció con la Buenos Aires trabajadora. En la serie, aparece detenido, parte del mobiliario urbano congelado por la nevada, como una postal de la cotidianeidad interrumpida; y también como portador de la muerte en el ataque al centro comercial.

Renault 12 Break (1971–1994): longevidad y eficiencia
Producido en Santa Isabel, Córdoba, el Renault 12 fue uno de los autos más vendidos en el país allende Los Andes. En su versión Break, aparece semienterrado por la nevada tóxica, simbolizando una Argentina cuyo ritmo ha sido brutalmente detenido.

Mercedes-Benz LO-1114 (años 70–80): el colectivo de todos
Los argentinos consideran que el Mercedes-Benz LO-1114 fue más que un medio de transporte: fue un espacio de encuentro social sobre ruedas. En El Eternauta, aparece reconvertido en casa rodante, reflejando otro de los usos que tuvo este ícono del transporte urbano argentino.

Ford F100 (1959–2000s): la camioneta indestructible
La Ford F100 fue sinónimo de trabajo, campo y familia. Su aparición en la serie es una de las más memorables: es el vehículo que rescata a Juan Salvo de los temibles artrópodos extraterrestres, conocidos como “cascarudos”. Fabricada en Argentina desde 1961, fue una de las camionetas más longevas y emblemáticas de ese país.

Citroën Méhari (1971–1980): un ovni simpático
Diseñado sobre la base del 2CV, el Citroën Méhari era un vehículo liviano y anticorrosivo, popular en zonas rurales y costeras. En la serie, su estética frágil contrasta con el dramatismo del contexto. Su presencia ofrece un respiro visual y nostálgico entre tanta desolación.

Los autos como testigos de una Argentina congelada
La selección de estos modelos no es solo decorativa. Son testigos silenciosos de una Buenos Aires congelada, una metáfora de un país detenido por crisis cíclicas. El Eternauta convierte a estos autos en parte del paisaje emocional, cultural y político de su relato.
En palabras del periodista Darío Sztajnszrajber, “la serie es también una relectura del pasado nacional”. Y en ese pasado, los autos ocupan un lugar tan cotidiano como simbólico.