Tacómetro

Tsingshan mantiene su apuesta por el litio chileno pese a retrocesos en planta

La gigante china reafirma su interés en desarrollar proyectos de valor agregado en Chile, a pesar de la incertidumbre en torno a su planta de cátodos.

A comienzos de mayo de 2025, varios medios encendieron las alarmas: las compañías chinas Tsingshan Holding Group y BYD estarían retirándose de sus proyectos para construir plantas de cátodos de litio en Chile, específicamente en la Región de Antofagasta. La información citaba fuentes de Corfo, quienes habrían sido notificadas del repliegue por las mismas empresas.

El anuncio fue interpretado como un duro golpe a la estrategia nacional del litio, impulsada por el gobierno del presidente Gabriel Boric, que busca industrializar el recurso y dejar atrás el modelo puramente extractivo. Chile es actualmente el segundo mayor productor mundial de litio, pero gran parte de su valor agregado sigue ocurriendo fuera del país.

Sin embargo, la historia dio un giro inesperado. Hoy 9 de mayo, Tsingshan emitió un comunicado oficial en el que afirmó que “valora el entorno de inversión en Chile y no ha renunciado a la oportunidad de contribuir a los esfuerzos del país por agregar valor a su cadena del litio”. Aunque la empresa se refirió a su proyecto de planta de cátodos en tiempo pasado, evitó confirmar explícitamente su cancelación.

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La apuesta inicial: $233 millones y 668 empleos

La propuesta original de Tsingshan, a través de su filial Yongqing Technology, contemplaba una inversión de 233 millones de dólares para instalar una planta de fosfato de hierro y litio (LFP) en Mejillones. El plan fue seleccionado por Corfo como parte de un proceso para adjudicar acceso preferente a litio producido por SQM en el Salar de Atacama. Según detalló el Ministerio de Economía en octubre de 2023, la iniciativa prometía generar 668 empleos y una capacidad de producción de hasta 120 mil toneladas anuales de material catódico, insumo clave para baterías de vehículos eléctricos.

El proyecto, además, tenía un componente internacional relevante: el litio utilizado no solo provendría de Chile, sino también de una operación de Tsingshan y Eramet en Argentina, lo que permitiría integrar recursos del llamado “triángulo del litio” sudamericano.

Como se sabe, los cátodos de litio tienen diversas aplicaciones, una de las más relevantes de las cuales es su uso en la manufactura de baterías para vehículos eléctricos.

¿Qué pasó en el camino?

A pesar del entusiasmo inicial, diversos factores habrían complicado el avance del proyecto. De acuerdo con fuentes del sector consultadas por la prensa, Tsingshan enfrentó dificultades logísticas para asegurar un suministro estable de litio local, además de trabas en la tramitación ambiental y dudas sobre la normativa que regirá el sector a futuro.

En paralelo, la embajada china en Santiago negó públicamente que Tsingshan y BYD hayan abandonado definitivamente sus planes en Chile. En declaraciones recogidas por Reuters, aseguraron que ambas empresas “siguen abiertas al diálogo con las autoridades chilenas y mantienen su interés en futuras oportunidades”.

El presidente de Tsingshan, Xiang Guangda, también ha reiterado en entrevistas recientes su confianza en el potencial chileno. “Chile es el país del mundo con más reservas y exportación de recursos de litio. Si el gobierno brinda un gran apoyo, podemos considerar la construcción de un parque industrial de baterías de litio”, afirmó en declaraciones difundidas por medios financieros asiáticos.

El futuro del litio en Chile: colaboración como clave

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Pese a la incertidumbre, lo cierto es que el interés de grandes actores como Tsingshan no ha desaparecido. Al contrario, su decisión de mantener abiertas las puertas a nuevas inversiones sugiere que aún ven oportunidades relevantes en la estrategia chilena, especialmente si se logran establecer reglas claras y mecanismos de apoyo público-privado más robustos.

Desde el gobierno, el ministro de Economía, Nicolás Grau, ha reiterado que “no se trata solo de extraer el litio, sino de desarrollar capacidades industriales, transferir conocimiento y generar empleo de calidad en el país”. En esa línea, Chile sigue buscando fórmulas para atraer inversiones que no solo exporten materia prima, sino que instalen capacidades productivas en territorio nacional.

El caso de Tsingshan es un recordatorio de que el desarrollo de la industria del litio no es lineal. Las decisiones de inversión están sujetas a múltiples factores —geopolíticos, técnicos, regulatorios— y requieren una planificación de largo plazo. Pero también es una señal de que, con una estrategia coherente, Chile puede posicionarse como algo más que un exportador de salmuera: puede convertirse en un actor relevante en la cadena global de valor de las baterías.

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