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El lado oscuro del auto eléctrico: por qué los modelos usados no logran conquistar el mercado

Aunque las ventas de autos eléctricos nuevos no dejan de crecer en Europa, el mercado de segunda mano enfrenta serias dificultades. Precios elevados, rápida obsolescencia y desconfianza en las baterías han convertido a estos vehículos en un dolor de cabeza para concesionarios y compradores.

El boom eléctrico no se replica en el mercado de usados
El boom eléctrico no se replica en el mercado de usados

Los automóviles eléctricos han dejado de ser una novedad para convertirse en una pieza central de las estrategias medioambientales de gobiernos y fabricantes. Con la prohibición de los motores térmicos en Europa programada para 2035, las ventas de eléctricos nuevos continúan creciendo a buen ritmo: un 85 % en España, un 40 % en Alemania y un 32 % en Reino Unido durante el último año. Sin embargo, este entusiasmo no se traduce al mercado de vehículos usados.

“Hoy en día, el automóvil eléctrico de segunda mano no es tanto un mercado como un problema”, afirma Patrick Briand, director de la central de compras francesa Distinxion. En Francia, por ejemplo, las ventas de eléctricos usados cayeron un 13 % solo en el primer semestre de 2025. Y la situación no mejora en otros países europeos.

El boom eléctrico no se replica en el mercado de usados
El boom eléctrico no se replica en el mercado de usados

Tiempos de venta que duplican al motor térmico

Las cifras confirman el estancamiento. En promedio, un vehículo a combustión se vende en 78 días, mientras que uno eléctrico de segunda mano tarda 156 días en cambiar de manos, según datos del mercado francés. En el Reino Unido, donde las subastas de vehículos usados son habituales, los eléctricos demoran hasta 25 días en venderse, más del doble que sus equivalentes a gasolina o diésel.

Una de las principales causas es el precio. Aunque los eléctricos usados han bajado de valor —un 12 % en España durante el primer trimestre de 2025—, siguen siendo significativamente más caros que sus pares térmicos. El precio medio de un eléctrico usado ronda los 32.243 euros, mientras que un modelo a gasolina cuesta alrededor de 17.500 euros.

El fantasma de la obsolescencia tecnológica

Pero no es solo una cuestión de precios. La rápida evolución de la tecnología de baterías y autonomía hace que los modelos de hace apenas tres años parezcan obsoletos. Esta percepción afecta especialmente a las marcas chinas, muchas de las cuales aún luchan por consolidar su reputación fuera de Asia.

Comprar hoy un eléctrico usado implica el riesgo de que en poco tiempo su autonomía y rendimiento estén por debajo de los estándares del mercado. Este temor ha impulsado una preferencia creciente por el renting o leasing: casi el 60 % de los compradores de autos eléctricos nuevos eligen esta modalidad para no hacerse cargo del vehículo a largo plazo, especialmente ante el deterioro de la batería.

Este fenómeno deja a las marcas, financieras y empresas de leasing con un stock de eléctricos usados de difícil salida. Venderlos por debajo del valor de compra implica asumir pérdidas, mientras mantenerlos en inventario solo acelera su depreciación.

El boom eléctrico no se replica en el mercado de usados
El boom eléctrico no se replica en el mercado de usados

Fabricantes y concesionarios buscan soluciones

La situación ha generado llamados de auxilio por parte de los concesionarios. En Francia, algunos ya han solicitado apoyo económico a los fabricantes para compensar las pérdidas que generan estas unidades. Por ahora, están lejos de la crisis que afecta a los concesionarios en China, donde incluso los modelos nuevos no encuentran comprador. Pero el problema empieza a instalarse.

La paradoja del auto eléctrico es evidente: mientras el mercado nuevo avanza hacia la electrificación total, el de segunda mano se hunde en incertidumbre. Resolver este desajuste será clave para que la transición energética del sector automotor sea sostenible también en el largo plazo.

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