Columna de Beatriz Sánchez: ¿Qué queremos…?

Esta semana se presentó el presupuesto de la nación para el próximo año. Puede entenderse mal, pero es la plata que nosotros como chilenos colocamos con nuestros impuestos, para que sea administrada por un gobierno, para administrar el país.  Administrarlo para nosotros mismos, sus ciudadanos.

El foco, como hace ya unos años, está puesto sobre la plata que se destinará a educación. Hay un concepto que está en el centro del debate hoy que es la gratuidad. Por eso se espera que con el presupuesto se definan una serie de cuestiones que las familias chilenas esperan hoy. ¿Para quién es la gratuidad? ¿Cuánto se gastará en ella? ¿Cuáles serán los mecanismos para entregarla? ¿Serán recursos para las universidades o para los estudiantes? ¿Qué reglas deberán cumplir las instituciones que recibirán estos aportes grandes directamente del Estado?

Estos últimos son aspectos clave. Son clave porque hablamos de una cantidad enorme de recursos y es vital que se utilicen bien. Ya lo decía el diputado Giorgio Jackson, cuando llamó a no “poner la carreta antes de los bueyes”, aludiendo a que dar gratuidad sin definir primero las condiciones y reglas para todos los que participan es un riesgo alto.

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Pero quiero ir más atrás.

En todo este tiempo que se ha debatido la reforma educacional, hemos hablado más bien de temas administrativos y financieros. Que son relevantes, no cabe duda. Estos son: la propiedad de los establecimientos, su forma de administración, los edificios. La selección de los alumnos, el monto de la subvención, los sueldos de los profesores y otros más.

Insisto, son temas relevantes.

Pero hay otros que son igual o más relevantes que aún no abordamos. Y que no está claro en qué momento vamos a abordar.

Y aquí también se aplica el dicho popular “poner la carreta antes de los bueyes”.

¿Cómo es que discutimos una gran reforma educacional sin antes debatir qué sociedad queremos ser? ¿Por qué aún no se debate qué tipo de profesionales queremos formar? ¿Qué buscamos de nuestros niños? ¿Qué contenidos son los que queremos entregar? ¿Cómo vamos a entregar esos contenidos? ¿Cuál es la educación que queremos entregar?

Esta semana una columna de Mario Waissbluth, que se conoció en Chile al liderar el movimiento Educación 2020, provocó discusión. Bajo un título provocativo decía que “el sistema educacional está volviendo locos a nuestros niños”. De esta manera llamaba la atención de cómo se aliena a los niños con una cantidad enorme de información que se entrega por año y con la repetición hasta el hastío de pruebas estandarizadas que no les aportan nada en su desarrollo. Se preguntaba porque no se sigue una tendencia mundial de despertar la creatividad en los niños, llevarlos a experimentar y provocarlos a resolver problemas.

¿No estamos colocando la carreta antes de los bueyes al no debatir primero qué tipo de educación queremos? ¿Cómo traspasar el conocimiento a nuestros hijos? ¿Qué significa educación de calidad?

¿Cómo es un no, convocamos a nuestros premios nacionales a opinar sobre los contenidos? ¿Cómo es que no incluimos a toda la comunidad para contribuir y dar respuesta a estas preguntas en conjunto?

Espero sinceramente que la reforma educacional no sólo sea una administración y financiamiento diferente. Si no, que garantice una educación diferente. Que forme a personas con espíritu crítico, con ganas de saber más, que cuestione lo que lo rodea, que sepa trabajar en equipo, que comprenda el valor de vivir en colectivo, que quiera ser feliz, que privilegie el cariño.

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Me pregunto si no debimos partir por resolver estos asuntos. Me pregunto si no pusimos la carreta antes de los bueyes desde un principio.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

 

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