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En el libro se plantea que la reforma de la educación superior no propone un cambio estructural como la que se desarrolló en 1981 ¿Por qué?
-La reforma pasada hizo un cambio estructural en todo el sistema, en cambio hoy tenemos un problema en la construcción de las transformaciones que se quieren hacer en el «sistema» de educación superior, que en realidad no es un sistema porque no está armonizado y vemos disconformidad, desde la calidad de las universidades, CFT e IP hasta como se toman las decisiones políticas. Con esta reforma la situación tampoco va a cambiar, hoy solo hay modificaciones parciales.
Pero la gratuidad se ha presentado como un cambio radical y es una especie de caballo de batalla de la reforma…
-Con este beneficio, el Estado paga toda la carrera del estudiante lo que es muy bueno. Pero los estudiantes que no tienen gratuidad, tienen que pagar la diferencia de su propio bolsillo, ya sea la carrera completa o la diferencia entre el arancel de referencia y lo que cuesta realmente. Las universidades actualmente pagan esa diferencia, pero con la reforma eso ya no será posible. ¿Qué opción van a tener los estudiantes que no tengan gratuidad? Optar por un crédito como el CAE o uno disponible en el mercado. Esta reforma contempla un sistema de financiamiento modificado pero que no resuelve los problemas, más bien genera otros.
¿Entonces, hoy sería poco viable- por no decir imposible- hablar de la eliminación del CAE?
-Cada año unas 350.000 estudiantes optan o renuevan este crédito y que si no tienen este financiamiento no estudian. No se puede eliminar, se puede modificar, convertir en otro sistema de créditos, o sacar a la banca, que aporta el 47% de los recursos.
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¿Otorgar más gratuidad podría ser una respuesta viable al CAE?
-Cada vez se están incorporando más universidades, pero la gratuidad les crea déficit a estas instituciones, en 2016 en promedio se registró un 5% de déficit en sus presupuestos y el año la cifra fue muy similar. Además, el Estado a través de la gratuidad da aportes a las universidades que no son permanentes y que pueden variar según la voluntad de cada gobierno.
En el libro se presentan universidades que vienen arrastrando números muy rojos respecto a sus ingresos: la Uniacc (-24,5%) y la Gabriela Mistral (-18,3%) ¿La gratuidad es una opción o es posible que tengan el mismo futuro que la U. Del Mar o la Iberoamericana o el panorama podría ser distinto con la reforma?
– Estas universidades perfectamente podrían cerrar porque no están financiando sus operaciones con los dineros que perciben por el cobro de matrículas o aranceles. Cualquier paro o fuga masiva de estudiantes las dejaría sin financiamiento. Por otro lado, la reforma tampoco propone que el Estado se haga cargo de todo lo que implica el sistema, eso es quizás para mí la crítica más fuerte que uno pueda hacer. Además, con la reforma se crea la Superintendencia de Educación Superior la cual va a fiscalizar que los dineros que se entregan para la gratuidad sean destinados a la docencia en pregrado y ¿qué va a pasar con aquellas que no cumplan? serán sancionadas, lo que puede ser sinónimo de cierre, con esta reforma todo puede pasar.
¿De aprobarse en el Congreso, cómo visualiza el futuro de la reforma , y el de la gratuidad en el próximo gobierno?
-Si llegamos al 70% de gratuidad en el país va a ser mucho, porque aumentar ese 10 porciento significa una inversión de 1.550 millones de dólares, que es equivalente a lo que hoy se gasta en cubrir el 50% que ya se cubre. Por otro lado, sin dudas el conflicto social va a estar el próximo mandato con el Presidente Sebastián Piñera, creo que incluso es más fácil que los estudiantes salgan a la calle, ya lo vimos en 2011.