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Un 50% es el piso mínimo ¿Cuál debería ser el recorte para alcanzar el sueldo ético parlamentario en Chile?

Expertos apuntan a hacer la equivalencia en sueldos mínimos. En Chile un parlamentario gana 31 veces la renta básica al mes, mientras que el promedio de Latinoamérica es de 16 sueldos mínimos internos.

Pensiones dignas, un sistema de salud justo, fin a las deudas del CAE, una nueva Constitución, precio de la vivienda accesible, aumento del salario justo. Eso y más forma parte de la lista que la ciudadanía, con justicia, exige al poder político luego del estallido social en Chile. Sin embargo, entre todas esas medidas estructurales, hay una que es meramente simbólica, pero no por eso menos importante: la reducción de la dieta parlamentaria.

La idea ronda por años, pero así como altas son las expectativas de que se concrete, aún mayor son las energías que no se han destinado para que sea realidad. Pero el escenario hoy es distinto. El descrédito a los parlamentarios, sólo superados por la imagen caída del gobierno, los deja con poco margen de acción, razón por la que el debate para que se reduzcan el sueldo hoy resulta de suma urgencia.

La pregunta es, ¿cuánto sería una dieta parlamentaria ética para Chile? La propuesta más agresiva, desde hace ya años, es la del Frente Amplio, que propone un 50% de reducción. Ciertos sectores de la oposición lo apoyan, mientras otros son más cautos y hablan de no más de un 25% de recorte.

Si se mira el barrio, parece insostenible el sueldo bruto de $9.349.851 de un parlamentario chileno, por lo mismo, los expertos proponen que la reducción sea estrictamente relacionada al sueldo mínimo.

Vistazo al barrio

Meses atrás, el Clapes UC realizó una comparación de las dietas parlamentarias en Latinoamérica. Uno de los detalles más curiosos es que Chile representa, junto a Brasil y México, los sueldos más altos en equivalencia a sueldos mínimos del propio país.

Es así como en países como Panamá y Colombia, sus congresistas ganan el equivalente a 3 y 10 sueldos mínimos, respectivamente. En nuestro país, en cambio, los honorables perciben 31 veces la renta básica de $301 mil, sólo superados por los 35 sueldos mínimos de un parlamentario brasileño o los 69 de una dieta en el D.F. de México.

Vaya golpe. Si se aplicara la lógica de Bolivia (10 sueldos mínimos), un parlamentario chileno debería recibir un sueldo de poco más de $3 millones brutos; si se aplicara la de Argentina (14), la liquidación sería de $4,2 millones.

«Aquí no se van a enriquecer las arcas fiscales, pero es una medida simbólica necesaria. Lo válido, luego del estallido social, es mirar hacia Latinoamérica, que es nuestra realidad, y hacer la comparación con el sueldo mínimo», dice el académico de la U. Central, Nicolás Freire.

Recorte

Para el cientista político, el piso mínimo sería que la dieta parlamentaria se alinee según los parámetros de la región. ¿Cuánto es eso? El estudio de la UC constató que, en promedio, un parlamentario en Latinoamérica percibe 16 sueldos mínimos mensuales de su propio país.

Si se aplicara en Chile, equivaldría a que los $9,3 millones brutos pasen a ser $4.816.000, lo que representa un recorte del 51,5%.

Gonzalo Martner, director del Departamento de Gestión y Política Pública Usach, tiene una propuesta aún más agresiva. «Claramente tiene que haber un vínculo entre el salario mínimo y la dieta, y no debe superar la relación de 1 es a 10», dice.

«En Chile hay una deslegitimación general de sus representantes. Pasar de la idea del privilegio a la idea del servicio es lo que hay que recuperar», dice el doctor en economía. En Sudamérica, Bolivia y Colombia ya cumplen esa proporción que propone Martner, y que equivaldría a que los senadores y diputados chilenos reciban un sueldo de unos 3 millones y medio de pesos.

«Mi postura equivale a más del 50%, pero, ¿puede alguien sostener que no podrá vivir con $3,5 millones al mes? Si es así, no hay que extrañarse que la ciudadanía los vea como privilegiados y no como servidores», enfatiza Martner, agregando que otra medida para fortalecer la noción de servicio público, sería «poner el límite de una reelección máxima a cargos públicos».

En tanto, Freire dice que «hay otra discusión más de fondo: ningún funcionario público debería ganar más que el presidente. Yo no hablaría solo de dieta parlamentaria, sino que reducción de dieta y sueldos en la estructura parlamentaria». El académico de la U. Central pone de ejemplo al secretario general del Senado, puesto que percibe más de $16 millones.  

 

 

 

 

 

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